...
El plastiquillo.
Las pantallas a estrene, pongamos las de los teléfonos móviles, llevan perfectamente adherido un plástico fino (aparte del veneno en la piel - referencia para adultos-), que se quita con una especie de delicado placer.
Yo creo que los fachapobres no han gozado de despegar dicho protector de su cerebro.
Así, a estrene y sin uso, se les ha quedado obsoleto el adminículo y ya, por mucho que lo intenten, no pueden, no pueden.
Luego, va una muy millonaria y les dice algo así:
'Ser pobre es fácil y relajado, pues solo hay que ocuparse de comer y tener un lugar para dormir. Lo difícil en esta vida, lo trabajoso, lo complicado, es ser rico.
Hay que guardar apariencias, ocuparse de estar elegante, llevarse bien con otros ricos, conservar las posesiones, acudir a fiestas aunque no te apetezca, invertir, pagar a Hacienda (y procurar que eso sea lo menos posible), seleccionar al servicio, depilarse continuamente... en fin...'
Un cerebro sin desprecintar acepta perfectamente esta lógica capitalista. Y no rechista.
'Al pobre le gusta comprar barato'.
'Ser pobre es fácil. Confórmate. Vive la vida. Ya estamos los ricos para que todo funcione'.
'El rico genera riqueza'
Y se ha de pensar que sin ricos, todo el planeta sería una enorme colmena de miseria y pobreza.
¿Verdad?
Abre la boquita, fachapobre, que el rico mea.
Pero...
Yo sé que no hago nada.
Apunto aquí mis mil palabras, opiniones que se oxidan nada más pintarlas, porque si alguien las lee, las denosta en su silencio o las aplaude y pasa página.
Yo sé que no hago nada.
Que me informo como puedo y que voto lo que entiendo que es menos malo para el Pueblo. Ese Pueblo que es mi Pueblo, la mi gente que trabaja o que lo intenta y que no roba ni siquiera las migajas. Ese Pueblo al que machacan los de siempre y al que acusan cuando quieren de gandul, de pedir y no dar nada, de pretender vivir por encima de lo que gana.
Yo sé que no hago nada.
Que acudo algunas veces a protestar por las calles, indignado y "sí se puede". Pero, no, no hay quien pueda contra el Poder que no quiere. Y encarcelan por decir cuatro verdades. Verdades que no les convienen.
El Rey, viejo ya y jubilado, fue un ladrón redomado, hipócrita y sinvergüenza. Un tramposo, un traidor. Al final, un fracasado.
El joven, nada nuevo. Sabe el porqué de su corona. Regalo de un dictador y amparado por la reala de lo mucho que queda de toda esa martingala. ¿Cómo con decencia se puede querer así la gracia?
Yo sé que no hago nada.
Y sé lo que tras de mí dejo. Y lo lamento, pues la España que asoma, engrandece y agranda lo que ya hace tiempo es funesto, es herencia envenenada para los que vienen luego. Y tendrán que irse los hijos que no quieran vivir bajo tanta indecencia, injusticia e hipócrita compostura.
Yo sé que no hago nada.
Pido perdón por ello.
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