CON SOLO MIRAR AL CIELO

Con solo mirar al cielo

Han pasado muchos años desde el día en que vine al mundo para cumplir con mi destino. Nací a orillas de un turbulento río que, junto al sol, fueron los silenciosos testigos de mi nacimiento.

Soy la hija de Manuel: un joven y valiente soldado, que depositó en mí todo el significado de la palabra Patria. Desde ese día, lo acompañé en todas y cada una de las batallas en las que, junto a sus valientes soldados, combatió por la libertad: ese estado sublime y único que merecen poseer todas las personas que habitan este mundo tan aciago. Pero no solo lo acompañé a él… También estuve presente en otras contiendas, donde hombres valientes arriesgaron sus vidas para hacer de esta tierra un lugar propio y soberano. Fui testigo de victorias donde reinaba el júbilo, pero también de derrotas, donde la incertidumbre y la desesperación eran la única realidad inapelable. Pero siempre, sin importar el desenlace de las contiendas, el color rojo teñía mis colores…

Mi misión es recordarles a los hombres que habitan esta tierra bendita, que deben respetar las justas e irrenunciables premisas con las que vivió mi padre hasta sus últimos días… Y por eso siempre los acompaño en las quebradas silenciosas del norte y en los paisajes blancos y fríos del sur, en lo alto de las cumbres andinas y en las arenas de las playas de nuestro mar, en los mástiles de sus barcos, de sus cuarteles y sus escuelas. Incluso en los eventos deportivos, donde todos se visten con mis colores.

Ellos me nombran de diferentes maneras: Bandera de la Patria… Pabellón Nacional... Pero más importante que mis nombres, es el motivo por el que siempre los acompaño:  para recordarles que deben permanecer unidos, más allá de banderías políticas y diferencias de credos y razas, que el amor a la Patria debe primar sobre los mezquinos intereses personales, y que los valores esenciales de nuestra Nación, son y serán el bien común, la soberanía y la libertad... Pero amarrados con firmeza al protector lazo de la solidaridad…

 Para eso he sido creada.

Y si alguna vez no me ven flameando gloriosa... Con solo mirar al cielo me podrán encontrar:

Allí estaré...  Siempre.