Descubrí que las despedidas no son finales. Todo lo contrario: son comienzos distintos, pero comienzos al fin, capaces de crear, tal vez, historias más complicadas.
Decir adiós y, por las dudas, aclarar que no es para siempre es de cobardes; es un insulto hacia cualquiera. Usted guió su rumbo hacia el punto final de aquel rompecabezas, y todo ese esfuerzo inconsciente no merece su desprecio.
¿De verdad lo siente así? ¿O es solo una muralla que cubre sus sentimientos?
El rumbo gira, inevitable, sobre lo que uno elige. No hay vuelta atrás. Levante la vista y siga su paso. Solo quienes escuchan a su mente y a su corazón, y a los miembros que los habitan, son los que sobreviven.
Mátenme, siléncienme, ocúltenme si es necesario. El mundo sigue girando, y al final, volverán la vista hacia mí y dirán: tenía razón.
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