con cariño, para lo inconcreto

en mis sueños todavía me querés.

la otra semana te escribí porque sé mucho de cuestionarme a mí misma cuando no estoy completamente lúcida.

yo sabía que no iba a obtener respuesta diferente, pero aún así lo hice. había soñado con vos en dos ocasiones y aquél mundo onírico se sintió gratamente real una vez despierta: mi cabeza apoyada en tu regazo, vos besándome las palmas.

así que me debatí el por qué debería esperar a que tomaras una iniciativa que probablemente no llegaría, si yo estaba pensando constantemente en la sensación de tus labios sobre mi piel.

te escribí porque estaba peligrosamente a mi alcance, y pasé por tu casa esa misma noche siguiendo la religiosa costumbre de mirar hacia arriba desde que te conozco, donde sé que ni siquiera está tu ventana.

es un absurdo, porque pasó lo que creía, pero una siempre se ata a una pequeña posibilidad fantasiosa de que las cosas sean de otra manera, de que te dijera que estaba en el centro y bajaras a verme.

en cambio, tuvimos una charla cortísima sobre canales de televisión extintos que terminó con un mensaje, a mi parecer, irrespondible.

veo un desinterés repentino y muy notorio de tu parte, y me molesta.

sé que no tuve demasiado tiempo para encariñarme y acostumbrarme a tu presencia, pero ¿qué fue lo que pasó?

ya no hablamos y tus formas distantes me hace sentir confundida y triste.

sé que no debo darle demasiada importancia, a veces simplemente es el curso natural de las cosas. me negaría a pedir una reciprocidad que no existe y, muy a mi pesar, sé leer entre líneas el silencio y la distancia.

pero un lugar que sentía mío dejó de serlo y fue ocupado por un cuerpo que no puedo dejar de mirar.

me distraés de cualquier conversación con tu pasar, y por alguna razón casi siempre estoy mirando tu nuca.

me encanta tu cara, tus manos y tu pelo rojizo. tu porte desaliñado, tu forma de hacer gestos con las manos al hablar.

soy consciente de que todo aquello tuvo la capacidad de ponerme nerviosa cuando lo quiso.

cuando nos besamos en el ascensor y me agarrabas de la cara con ambas manos, como si de mi rostro dependiera muchísimo el mundo, y me besabas los cachetes, la frente y la boca con tanto énfasis, con tanta energía por descargar que yo me desvanecía dentro de mí. quedaba pendiendo de las yemas de tus dedos sucios, de la forma que tenías de pasarlos por mi pelo y apretarme contra vos.

y te escribo porque no sé hacer otra cosa. porque ya me consideraría incapaz de buscarte después de la última charla que tuvimos, pero ni de eso estoy segura.

te escribo porque tu entidad lo merece, me mueve tu respirar.

a veces creo que sería mejor que no te hubieras interesado en mí desde un principio.

que no hubieras puesto tus manos sobre mis piernas al hablar, que no dieras ese primer paso al besarme o entralazar nuestras manos.

de la nada, desapareciste.

y yo me quedé con una idea que, de repente, dejó de ser inmediata.

ya no voy allí para verte, aunque lo haga. ya no me acerco al metegol para que me ganes, aunque lo espere.

y esa impunidad que tienen algunos para hacer y deshacer a su antojo bajo el "no título" me parece injusta. y aún más rabia me da que duermas tan tranquilo porque soy incapaz de decirte algo.

porque ante la falta de compromiso es una la que resulta intensa u obsesionada ante un reproche supuestamente injustificado, y las víctimas siempre terminan siendo los "pobres" receptores que no entienden lo que pasa.

pero el respeto va más allá de cualquier etiqueta, y vos sos un gil que, sí, perdió el interés en mí, pero que es incapaz de aclarar algo al respecto y sólo esperás pacientemente, como cualquier tibio, a que me de cuenta y desista.

y lo peor es que es justamente lo que va a pasar