¿En qué momento pasé de no querer nada a quererlo todo?
Quiero sentirlo todo como jamás me lo he permitido, como jamás me lo han dado a probar.
No, no es mi culpa.
No es mi culpa querer que me quieran, querer que me busquen, querer que me noten, querer que otros ojos se adentren a los mios
Llorar es necesario, pero cada vez que una lágrima escapa de mí, me siento la mujer mas dramática de la historia, aunque quiera el reconocimiento anónimo.
Deberían enseñarnos que sentir, querer y rechazar es sano. Para uno mismo, como para los demás.
Ojalá que un día alguien realmente se preocupe por mí y me busque, que se emocione tanto como yo por la más mínima cosa.
Y si nadie quiere hacerlo, ojalá que un día me pueda querer tanto, que yo misma pueda abrazarme sin que al día siguiente sea mi propia enemiga
Estoy cansada de fingir que estoy sin un rasguño, que nada me afecta.
Si solo supieran que el tacto del pétalo de una rosa en mis mejillas hace fragmentarme
¿En qué momento me denominé como una piedra?
¿En qué momento pasé a ser la mujer ruda o inquebrantable?
No quiero serlo más. Pero es muy tarde para cambiar esa percepción.
Por dentro, solo soy la hoja más delgada de porcelana, que tan solo con el tacto de una pluma se rompe en mil pedazos.
En el rol de un hombre chaleco antibalas, yo he jugado a ser el chaleco, recibiendo los impactos…
Pero en realidad, era el hombre.
El chaleco era de papel.
Y ahora está manchado de rojo.
¿En qué momento me permitiré ser completamente de porcelana sin tener culpa?
Porcelana, que aunque delicada, cuando se rompe, sigue siendo hermosa, y todos harían lo posible por repararla.
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