COLUMNA (#2): Febrero – Rxnde Akozta & Rodesens
Este disco no apela a la competencia, sino al desahogo. Una leyenda del rap latino que pudiendo fanfarronear su estatus sin posibilidad a que digan ni pío, prefiere desnudar su alma, sincerarse y hablarte claro sobre aquello que le falta, aquello que le duele. Su discurso no lo pone por encima del oyente sino al lado, como compañía, como si un viejo amigo se sentase a tu lado para hablar paja y actualizarse sobre la vida y sus altibajos. Febrero es una íntima carta, con humanidad y seriedad, al hip-hop como estilo de vida, a la lucha personal que afronta el migrante y al dolor no tratado de un alma. Para nadie es secreto que entre un viajero y un migrante hay diferencias sociales notorias, y Rxnde sabe mejor que nadie esto. El viajero es la cara bonita, la perspectiva bohemia de querer dejarse atrapar por los confines del mundo, recorrer y experimentar la inmensidad del globo documentando fotográficamente ese recorrido, para una vez llegado a casa, alardear de la experiencia y ser aplaudido por quienes te consideren un alma libre. Vaya, el viajero parece ser un estatus a alcanzar, representa un privilegio que te diferencia del resto de personas que no han “experimentado el mundo”, pero, ¿qué pasa con el migrante? Esa parece ser otra historia. Es migrante quien fue sacado a patadas de su tierra y le fue negada la vuelta a ella, el migrante ´viaja´ desde el mero instinto de supervivencia, con las maletas en las espaldas y muchas veces sin compañía a un lugar en el que humanamente poder hacer vida, lástima que en estos casos no hay una fetichización del viajero, sino una marginalización del migrante que impide la realización de este propósito. El recorrido del que migra abarca un espectro sentimental distinto, la soledad aflora, la nostalgia quema, la impotencia por querer tu país devuelta frustra hasta al de mayor carácter, y el cansancio por no saber cuándo llegarás a un sitio al que poder llamar “hogar” arruga todas las almas que han tenido que experimentar esta tortuosa odisea. Siendo rapero el estatus de viajero parece más atractivo e idóneo, recorrer con tu música el mundo entero para una vez vuelto a casa celebrar el éxito cosechado, que tu nombre sea ídolo de tu tierra y referente de las ajenas, pero ¿y si se es migrante? Rapear con todo en contra, como trabajo y como única forma de salida y sustento, rapear ahí donde permitan un ratico, gozar momentáneo de quien lo disfrute y le llegue, pero con un pasaporte que recuerda constante que uno no pertenece ahí, y que al final del día en mi tierra nadie me espera, porque mi nombre hace muchos años que no les pertenece, porque mi tierra hace muchos años que dejó de ser la misma, “Que fue sold-out en Buenos Aires / Y que en Cuba preguntaron por Rxnde Akozta y solo se escucha: aire”.
“El pasaporte lleno de sellos me duelen las piernas”, contundente. Cuando te antecede un país de historia conflictiva, con un presente sociopolítico complejo, y líderes tiranos e inhumanos (Caso Cuba o Venezuela) el temple se solidifica, la piel se endurece y el ánimo se vuelve, aparentemente, inmutable. Las cosas afectan menos, uno empieza a desligarse de las problemáticas y a permear su idiosincrasia e identidad de manera más crítica y sobria, uno solo busca pasar desapercibido, que cada conversación no se vuelva en una sesión terapéutica en la que confieses tu biografía o un pregunta y respuesta prejuicioso del cual siempre se sale afectado. Ser uno más, pero sin dejar la honra de quien se es, del ser uno mismo, sin tapujos ni filtros, pues el acento se reconoce a leguas, y el porte es característico e inconfundible donde se refleje. El camino del migrante es largo, y el único propósito en él es acercarse lo mas posible a la tranquilidad, o en su defecto a los suyos, si es que no es lo mismo. Mantenerse centrado porque los vientos que soplan son bruscos y buscan tumbarnos. Se mantiene en una lucha constante, cuando a uno se le despoja del territorio que lo vio nacer, solo le queda el ser uno, puramente uno, pues, los tiranos en sus cúpulas nos apedrearon, destruyeron la educación, quemaron la salud, prostituyeron la cultura y la patria, desestructuraron a la familia, usurparon nuestras casas, crearon todos los obstáculos existentes para doblegarnos y vernos arrodillados y rendidos, pero aun así, nunca podrán lograr arrebatar lo etéreo que significa ser tu tierra. Yo soy Venezuela donde me pare, así como Rxnde es Cuba donde rapee, y este proyecto te refresca ese irrevocable sentimiento. Esa vendría siendo la gran victoria del migrante, el no saberse doblegado ante quienes quisieron hacerte sentir avergonzado de tu historia, sino más bien, enorgullecerse con picardía al ver que no pudieron contigo. Quizá el migrante a diferencia del viajero no es bienvenido ni tiene a un séquito de gente aplaudiendo y justificando su llegada, quizá sea menos estético, más brusco e irreverente, pero sin duda es más real, puesto que no hay nada más real que la lucha por la supervivencia. El alma del que migra nunca deja de ser su tierra por más mundo que descubra, sus tradiciones son su verdad y sus memorias su fortaleza, quizá el migrante no tenga el álbum de fotos que las redes desean, pero si tiene el testimonio que alienta y abraza a sus colaterales, y pisotea el ego de quienes nos quisieron muertos.
Este proyecto es una declaración de intenciones clara, busca exponer lo recorrido y dejar evidencia sonora y lírica de que se transitó el camino. Un cartel de “Rxnde estuvo aquí” para los caminantes venideros. La obra de Akozta me representa, mas allá de que nuestras nacionalidades son consideradas hermanas “con un sentir cubano y un flow caraqueño”, siento en su discurso una propiedad inimitable, él es de esos perfiles originales que escasean en el panorama, sus juegos líricos graves no buscan la excelencia de la métrica, sino mas bien darle estética a la sinceridad de su discurso, Rxnde no goza de una gran escritura por hacer alarde de recursos técnicos complejos, si su lírica tiene el aval del gremio y su lugar en el podio del rap latino es porque nace de una honestidad bruta e irrepetible. La lírica de Akozta es inimitable porque solo su perspectiva ante la vida le pertenece, y su discurso toma un peso considerable cuando al oírlo sabes que no te está mintiendo, su camino ha sido largo y sus vivencias incontables, el bagaje se le desborda en sus escritos, siendo así, una voz que desde la experiencia te narra lo que él considera ha sido su vida. Tómalo o déjalo, su obra no es para todos, algunos se quedan viscos, pero al que le llega, sabe porque fue. Este proyecto corona la discografía de Rxnde como uno de sus trabajos más recientes y, según mi perspectiva, uno de los mejor logrados; hacer mención también del aporte de Rodesens, que sin aparición vocal, logra de manera exacta y acertada construir la banda sonora de todo este viaje, permitiendo el despliegue de los textos bombas. Este proyecto es natural, sentido, latinoamericanístico, humano, apátrida, personal, paternal y sobretodo muy íntimo, adentrarse a su escucha es plantarle cara al temple de un guerrero experimentado que no baja la mirada, ni cede su puesto porque sabe todo lo que le costó obtenerlo, es escuchar el testimonio de un superviviente de la vida, es tener presente el recuerdo de lo que fue, y el carácter de saber afrontar lo que venga. El movimiento no lo pidió, pero claro que lo necesitaba, Rxnde Akozta es un golpe al pecho por lo luchado, y Febrero es el agradecimiento por lo vivido.

Gabriel Hostos
Solo un muro en el que postearé mis escritos en todas sus posibles presentaciones. Rap, honoris causa
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