Colección y olvido

Y así proceden los días…, estante empolvado, garete destrozado, contando amigos cual indigente cuenta sus pocas monedas; no tiene ni un centavo.

Me he dado cuenta de la hipocresía de los caminantes rodantes; giran, giran y giran, son redundantes.

De Historias me han empalagado al oírlos, entiendo que es padecimiento de la clase de los suyos.

Culpa tengo del disgusto de su obsceno, les mido su tonta hipotenusa, le sacó el coseno, veo su mirada insulsa, el resultado es el ceno.

Tangentes son unos al mirar sus catetos; son unos tetos, tratar de entenderlos ya es un problema; me mantengo. Los hago reto.

He mantenido distancia de ti, te he apodado “Her”, términos a ti se te dan muchos, nombres solo uno.

Ilusión, lección y engaño ha sido.

¿Lo tengo acaso merecido?

Sácame de tu encanto, pues por fin acepto tu rechazo; al final no importa, pues la negatividad me toma de la mano y el “«Solo»” me acompaña cual hermano.

Mi guardián es el jaguar de la ira. Tukákame. Aquella pantera cual pelaje amarillo y negro, cuida la luz y oscuridad de este agujero mental negro; resguarda mi tesoro de “té añoro”, sus fauces sacan gases tóxicos directos del Xibalba, inframundo cual vive dentro mío. Me habías ayudado a sellar tremendo lió, tu, tu voz y tus suspiros, y ahora, al parecer te me has ido.

Ahora de todos desconfío, incluido yo.

¿Que hemos hecho?

Al parecer es nada, al parecer hemos hecho una bocanada; exhálame de nuevo, quiero sentir tu aliento en mi mirada, envuélveme en tu marketing, véndeme tu “yo careta”, hazme sentir tu mirada. Pues es producto que te compro con un peso o una maleta de verdes esos; tu entiendes, haría lo que fuera por no ser un “nada”.

Hablemos, mintamos, hagamos como si no hubiese pasado nada, finjamos. Tomémonos de las manos y corramos por terrenos llanos. Tiro mi orgullo de lado. Piérdeme en tu bosque, trágame, hipnotízame, desaparéceme en los árboles altos, borra la pintura de las coníferas, no me hagas salir, no me colecciones como libro; si es el caso, léeme que soy muy abierto. No me tumbes en un estante, no quiero ser pelusa errante, tampoco polvo asfixiante, mucho menos vejestorio molesto. Atiéndeme, dame uso, sumérgeme en tus pensamientos; yo soy buzo.

La única hipocresía que me gustaría salvar serías tú, te conocí sin querer, y hoy día no salgo del “¿what are you doing?”.

¿Acaso me olvidarás como aquella bebida infantil perdida llamada Boing?

Si es así, te alcanzo y doy saltos hacia ti haciendo “poing”.

Solo no me colecciones, no me olvides que en mi mente tu como mujer y único tesoro te exhibes; si de ser necesario me convierto en el museo británico y me robo todo lo valioso de ti, me abro una galería con varios miles que vengan a verte a ti. No me hagas decir tonterías viles, no te vayas, se tesoro en mi, seré guardián conservador de joyerías; te haré millones y billones de poesías.

Si me abandonas, seré simple colección y olvido.