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    Cloacas.

    Dolbach

    Aug 14, 2024

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    ...

    Bajo la ancha calle.

    Ayer me dejó ella. Anteayer me había despedido el amo (no era un jefe, me tenía como esclavo). Ya hace una semana que no viene el gato (no es mío -los gatos no son de nadie-, es uno que venía cada día a comerse las sobras de mi comida). El casero me tiene desde siempre enfilado. Mi padre prefiere no verme demasiado.

    Ayer me dejó ella:

    -No soy yo, eres tú. No sé cómo he podido soportarte tanto tiempo.

    -¿Tanto tiempo? Nos conocimos el Domingo de Ramos y es Viernes Santo.

    -Se me ha hecho largo.

    Y se fue dando un portazo. Las puertas siempre acaban sufriendo como si tuvieran la culpa de algo.

    Hoy cuelgan peleles Judas por todo el país. Me dan ganas de presentarme voluntario. Y arder mañana entre mofas y escarnio.

    -¿Que tengo yo de malo?

    -A ver cómo te lo digo sin que te ofendas...

    -¡Anda! Yo creía que todo eso lo estaba pensando.

    -Pues lo pensarías, pero en voz alta. Tú no sabes el tostón que me estás dando.

    -¿Y tú quien eres?

    -Uno de tantos. Un cliente del garito este al que has entrado esta noche. Habitual, eso sí. Tú aquí eres un extraño.

    -Yo soy extraño hasta para mi taza del water.

    -¡Joder! Estás para tomarte un cubata de matarratas.

    -Buena idea ¡Camarero!

    -Tranquilo. Yo te invito.

    -¿Por qué?

    -No sé, supongo que hemos intimado...

    -Eh, eh. Puedo estar desesperado, pero no tanto.

    -Ya veo. Eres muy bueno como gilipollas.

    -¡Oye tú!

    -En realidad tú me has preguntado.

    -¿Viene ya ese matarratas?

    -Solo lo sirven los martes. Sigue con el vodka. Tampoco es muy bueno.

    -Hoy es sábado; el lunes no tendré donde caerme muerto.

    -Pues muérete mañana.

    -Sabio consejo.

    -¿Crees que alguien de este bar está mejor que tú? Aquí el que no tiene un cáncer terminal, tiene una hipoteca en metástasis, un matrimonio crónico, un alcoholismo incurable, un desempleo inquebrantable, una suegra insumergible o unos clientes insoportables. Todos ahogamos penas con la esperanza de olvidar que la vida, bajo las suelas, es siempre e inevitablemente una puñetera mierda.

    -He venido al lugar adecuado.

    -No es este un sitio especial. Todos los tugurios del mundo se alimentan de los mismos gusanos. Somos cebo, carne de cañón, mano de obra, deshecho de tienta...

    -Vaya, creí que era yo el tipo más desgraciado...

    -Sí, claro, medalla de oro en algo.

    -¿A qué te dedicas? Aparte de cantar las alabanzas de la civilización.

    -Mantenimiento del alcantarillado.

    Vale.

    Dolbach

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