Consigna: Fernando Pessoa:
-"Desprécialo todo, pero de modo que el despreciar no te cause molestia. No te juzgues superior a tu despreciar. El arte del desprecio está en eso".
Una sentencia
Muerto de hambre me senté en el tribunal. El reloj en la pared marcaba 11 en punto. A la 1 me encontraba a almorzar con un amigo que hace tiempo no veía y esperaba tal encuentro con ansias. Después de haber pasado toda la madrugada leyendo los expedientes, para lo único que hice lugar fue para un rapido café amargo, sin leche ni azúcar. Ya es cosa habitual, llegar, sentarme en mi silla, empezar a escuchar y no entender nada de lo que se discute. Pero esta vez dediqué el tiempo suficiente para una lectura previa, hoja por hoja, del hecho acontecido. Con miradas que me apuntaban, di inicio a la sesión. –“Se procede a la lectura del fallo del Tribunal en la causa número 123.574”. Asi se dio paso a la presentación del fiscal, hasta que se le otorgó la palabra al representante de la víctima del hecho.
Rosa, 66 años. Una mujer de contextura grande y estatura mediana, con aspecto desarreglado y ojos oscuros que denotaban su cansancio de los últimos días. Parecía angustiada y devastada. Apenas la observé pude notar que presentaba un tic en su ojo izquierdo y cada menos de un minuto su ceja subía y bajaba, produciendo un auténtico y desagradable gesto. Pude contar 87 veces en que esto sucedió mientras su defensor con voz contundente y convencida presentaba las pruebas a su favor. Su marido falleció por malapraxis hace 7 meses en una operación sencilla de riñón. Murió desangrado en mano de los medicos, como consecuencia de una hemorragia. Acusan al doctor José López González, diciendo que el mismo se encontraba bajo el efecto de sustancias psicoactivas a la hora de operar, las cuales consumió en el momento previo a entrar al quirófano. Fueron halladas las pruebas de esto tras una exhaustiva investigación. Además, continuaba el abogado de Rosa, se comprobó el consumo frecuente de ellas en su vida cotidiana. Solicitaba así que se le quite al profesional su matrícula por negligencia médica agravada por consumo de drogas y que se lo condene a 25 años de prisión.
Al terminar la acusación, se procedio a la defensa del acusado por homicidio. José López González, médico argentino de 48 años que hace 15 ejerce la cirugía en un reconocido hospital privado. Su aspecto se limitaba al de cualquiera de sus colegas. Vestido con traje azul marino medio gastado y arrugado sin planchar, corbata rayada que no combinaba, y pelo canoso. Su postura recta con brazos cruzados los cuales movía continuamente para tocarse el rostro, y la ausencia de gestos faciales denotaban en él una actitud alarmante y preocupada. Su trayectoria, porvenir y reputación se veían en este momento totalmente en riesgo. Su abogado dio a conocer la defensa. El uso de sustancias psicoactivas se justificaba simplemente tras un diagnóstico de Trastorno por déficit de Atención e Hiperactividad, para el cual, es sumamente recomendable el consumo, en vistas de mejorar la concentración. La falla durante la operación, fue de procedimiento, un error en la disposición del riñón, un imprevisto que no permitió dar tiempo a la solución y concluyó como solo podía serlo, en una hemorragia indetenible.
Tras haber terminado ambas partes, el reloj marcaba 12.30 del mediodía y el hambre en mi estómago pasó de susurrar a gritar. El almuerzo se aproximaba. la sala permanecía en un silencio expectante, solo quedaba un deber, mi sentencia. Simplemente declarar la culpabilidad o inocencia del Doctor López González y dar por concluida la jornada. Miré mis anotaciones en la mesa y con la panza estremecida observé a los presentes en la sala. Había algo que no podía dejar de llamar mi atención, y era el rostro de Rosa. Su ceja subía y bajaba, sin darse por vencida. Una y otra vez, sin descanso ni piedad. Me pregunte si era aquello que le daba a sus ojos un parecer cansado o si era por falta de sueño. Era tal la curiosidad que me generaba que en un momento me pareció que ella lo sospechó.
En voz alta pronuncié “Se decide absolver y declarar inocente al Doctor José López González de los cargos imputados. Se reconoce a su diagnóstico motivo del consumo de sustancias psicoactivas y se declara que el mismo no ha interferido en su desempeño laboral por lo que la muerte no se justifica por malapraxis”.
Una vez hecha la sentencia medité mis motivos por última vez. El traje arrugado me provocaba, pero la ceja inquieta lograba irritarme.
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