Cita.

La puerta de mi hogar se abría impaciente con mis pensamientos, ¿Llegarías con flores?¿Tocarías con delicadeza esperando verme del otro lado o simplemente el timbre sonaría repetidas veces?

Estaba nerviosa, como todas aquellas veces en dónde te miraba a lo lejos y mi corazón empezaba a latir un poco más y más fuerte. Llegaste, eran las 8 en punto, y yo estaba más que lista, me había levantado más temprano de lo habitual para no gastar ni un minuto más en acabar el día a tu lado, hacía poco nos habíamos empezado a hablar y por azares del destino la plática se prolongó más de un par de días, lo que resultó en un inmenso mar de preguntas. Nuestros intereses eran muy diferentes, pero para mí suerte el interés era el mismo, al principio dude en construir esta dinámica de reciprocidad, de coqueteo. Me detuve a pensar en cada mala posibilidad y cada buen final, pero quién me convenció fuiste tú, los audios conteniendo tu risa de fondo, los mensajes lindos a media mañana y las fotos cotidianas, era el principio. Un principio en dónde me hablabas de lo más importante o al menos lo que debía saber, de tu gata Nala, tu gusto por la natación y tú interés por el jazz. Un principio dónde yo te enseñaba mi comida favorita, te hablaba de mis libros y mi música especial para escribir.

El tiempo para mí había pasado de manera caótica, construyendo un muro entre el romance y mi vida. Éramos dos extraños intercambiando su vida por un par de semanas, ¿Debía ponerle un alto?¿A qué tenía miedo?

Era cierto que mi corazón estaba indispuesto a escuchar a mis deseos, la primera vez que te ví lo sentí, tenías el cabello alborotado por el viento de la mañana y la cara roja por el sudor. Yo apenas iba a empezar a correr cuando tú ya terminabas la rutina, entonces lanzaste un "buenos días, linda". Volteé a todos lados para ver si el saludo me pertenecía y cuando caí en cuenta me sonroje.

Ahora tendremos una cita, una primera cita. Y me preguntó que tal saldrá, a dónde iremos, que debería ponerme.

Llamaste a la puerta con un par de golpes, yo quien dando vueltas por mi cuarto escuché el sonido de la llamada, baje corriendo las escaleras y te abrí, me congelé. Vestías de manera formal, acompañado de un lindo ramo de tulipanes blancos, te hice pasar para presentarte y me diste el mejor cumplido "que lindo te queda ese vestido". Subí por un abrigo para encaminarnos a nuestra cita.

La tensión que existía entre nosotros, me atraía como un imán, no podía dejar de sonreírte y como si tú también lo sintieras, tomaste mi mano y reiteraste lo linda que me veía, pregunté a dónde iríamos y manteniendo el misterio respondiste que a algún lugar especial.