Hay tanto que pienso en escribirte pero me da miedo describirte o describirme, me gusta el espacio y tiempo cuando lo hacemos nuestro, pienso en los detalles, en cómo cada sonido y movimiento convergen para un íntimo encuentro.
El misterio no lo tengo, pero te observo, miro y miro para recordar cada detalle de lo que te expreso, procuro no olvidar detalle de lo mucho que te deseo.
Busco la palabra precisa aunque sea en el momento incorrecto, a pesar que mi miente viaja sin parar, tus manos y labios pausan el espacio, hay calma y paz en ti que no me explico mi vivir.
Tanto de ti, de mi, de nosotros en un momento donde no hay velocidad solo verdad, aunque después de esperar despierto y no estás.
Pienso en que la muerte puede esperar para sentir la verdadera libertad, pero al contarme tus sueños nos imagino en esas ilusiones que relatas y mi corazón se siente vibrar, te imagino más de lo que te sueño, pero cuando has aparecido en ellos el dormir se siente como la tranquilidad.
Mi cielo, te recuerdo en cada charla, en cada sonido y en cada paso, me interesa saber tu opinión, tus planteamientos de problemas, las formas que ves en las nubes y tus dudas existenciales, imagino verte cada mañana probando tu café o a media tarde deleitandote de un buen jazz y quizas por la tarde sentado en el sillón esperandome para conversar, pero también te imagino conmigo bailando en el supermercado o en un momento raro.
Contigo soy yo, contigo mi cielo, la vida se siente más cielo que infierno.
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