Hacía frío, mucho frío, el viento parecía enojado de lo fuerte que sonaba en cada esquina. Toña tenía la ventana abierta cuando comenzó aquella tormenta, se levantó y la cerró, dejó sus pantuflas al lado de la cama apoyando en su mesita de luz el libro que tanto amaba. Se acostó nuevamente y noto la presencia de que algo malo había a su lado. Cuando estaba por reaccionar, se dio cuenta de que todo iba a terminar mal.
Hablemos un poco de su historia, está permitido aclarar en primer lugar que ella era no vidente pero tenía un don especial que era no equivocarse con lo que pensaba de la gente. Tal vez esa intuición le fallo el día que lo conoció, no es necesario nombrarlo cuando está claro que hizo daño. Lo único que podemos decir de él es que era alto, rubio, ojos verdes, de gran contextura física y poseía una labia sinigual, una a la que toña no podía disimular gustar.
Trabajaban en el mismo lugar, una fábrica de galletitas, que quedaba cerca de aquel bar donde tuvieron su primera cita. Se conocieron de a poco, muy de a poco, ella se sentía un poco extraña debido a que nunca se imaginó que alguien como él saldría con alguien de su condición, una condición en la que solo ella misma se hacía una leve discriminación.
Pasaron los meses hasta que por fin, se animaron a dar ese gran paso, ese mismo que les permitía ser amados. El 6 de septiembre se fueron a vivir juntos y comenzó esa gran tormenta en la que ella se dio cuenta que él no siempre es lo que aparenta. Peleas, gritos, miedo, todo eso le atormentaba la cabeza, hasta que un día decidió ponerle un fin y enfrentarse ante aquella bestia. Se sorprendió al notar la reacción de él, tan calmada y serena, junto sus cosas y lo único que llegó a decir es “Te veré dentro de un mes”.
Toña comenzó a vivir bajo una presión que le inundaba el corazón de temor. Vivía asustada, triste, insegura, sin saber si aquella iba a ser su última luna. Sus amigos hacían guardias en la casa para quedarse tranquilos de que nada le pasara. Hasta que un 19 de diciembre, habiendo pasado casi cuatro meses, toña decidió comentarles a sus amigos que ya no era necesaria tanta protección, que estaba segura de que todo había pasado, que aquel calvario se había acabado.
Como comencé el principio de esta historia, toña se había percatado de que algo malo la acompañaba a su lado, cuando quiso reaccionar ya todo estaba terminando mal. Él estaba a su lado, con un cuchillo fino y afilado, había entrado por la puerta principal, ¿Cómo? No sabemos, pero ahora ese no es el misterio. Toña sintió como el cuchillo atravesaba su esternón, como se iba rompiendo el tejido de su carne del cual ahora brotaba sangre.
Él como si nada, no emitió palabra, decidió permanecer callado, quieto como si de un león hambriento se tratara. Toña a todo esto pensaba en porque tenía que terminar así su vida, se le cruzaron por la mente todos los recuerdos más recientes y lejanos.
Ella dejó de respirar, dejó de emitir esa dulce voz que tanto calmaba a cualquier corazón, y él se fue contento habiendo logrado su cometido que era dejar aquel cuerpo muerto, frío y sin ningún aliento.

Magna Gharay
Bienvenidos a mi perfil donde contare cosas de mi y mis personajes, lo que nos gusta y lo que nos da miedo. Espero les guste ^^
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