Tengo la piel llena de cicatrices de la desilusión de no haber sido lo suficiente,
para que quisieras quedarte,
para merecer algo de tu engañoso amor.
Tengo en el cuerpo la prueba innegable
de pagar un pecado jamás cometido,
condenada a la sosegada crucifixión
de no recibir tu cariño ni un suspiro.
Cada marca, un recuerdo del pasado,
cada herida, un eco de tu insensibilidad,
en mi carne llevo el tormento
de tu falta de clemencia.
Cruzo días de soledad infinita,
en el calvario de mi desvelo,
esperando una ternura divina
que no llega desde tu cielo.
Soy mártir de un ¿amor? no correspondido,
crucificado por tu indiferencia,
cargando siempre la melancolía,
añorando a tu antíguo vos.
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