Hola. ¿Qué tal?
Ayer, 16 de junio, tocó El Mató a un Policía Motorizado.
Las sensaciones que generan son difíciles de explicar, aún sigo procesandolas. Es increíblemente extraño como la música puede trasladarte a lugares que creías haber cerrado con llave. Sentí el enfrentamiento casi escénico a emociones que fueron capaces de marcar profundamente etapas decisivas de la vida.
No sé si fueron las letras las que hicieron sumergirme en este viaje temporal hacia adentro mío. Solo de algo estoy segura... una palabra inmensa que constituye el ruidoso paso por esta vida revolotea hace algunas semanas en mí: CRECER.
Prohibido olvidar que constantemente estamos creciendo. En decisiones, en emociones, en caminos elegidos. Creo que es el fantasma más grande que nos acompaña en ésta existencia -vaya a saber unx si el fantasma es bueno o malo, ¿no?-.
Los recuerdos funcionan, de alguna manera, como motor de la introspección. Vivir el recuerdo en el presente -por un rato- para sentirlo y experimentarlo de cerca, desde otras bases, desde otra percepción, desde otro ser implica reconocerse una y otra vez.
¿Soy la misma persona que supe (o pude) ser?
¿Quién soy y quién quiero ser?
Contradictorio el sentimiento que de mí nace al observar el paso del tiempo.
Tantas cosas buenas...
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