mobile isologo
buscar...

Cenizas de Medianoche

Luna

Abr 3, 2025

44
Cenizas de Medianoche
Empieza a escribir gratis en quaderno

Capitulo 1

El Décimo Cumpleaños de los Gemelos Yamamoto - El Último Día Feliz

Era un día perfecto, como si el universo hubiera decidido regalarle a los Yamamoto un instante de paz. El sol brillaba con una calidez reconfortante, el aire estaba impregnado con el dulce aroma de pasteles recién horneados, y las risas de los gemelos Sora y Souta resonaban por toda la villa. Aquel era su décimo cumpleaños, un día que, por primera vez en mucho tiempo, parecía pertenecerles sin la sombra de lo sobrenatural acechando su felicidad. Haruka, su madre, se permitió alejarse por unas horas de su interminable estudio sobre artefactos místicos para disfrutar con ellos. Takashi, su padre, un exorcista de renombre, se aseguraba de que la celebración transcurriera sin problemas, sin amenazas, sin espectros. Era un día en el que no había magia, no había demonios, solo una familia unida, compartiendo un instante fugaz de normalidad.

Pero la felicidad, como siempre, es efímera.

Cuando el sol comenzó a ocultarse, tiñendo el cielo de tonos ámbar y púrpura, la celebración llegó a su fin. Los invitados se marcharon poco a poco, dejando tras de sí el eco de una alegría que aún flotaba en el aire. Los gemelos, agotados por la emoción y los juegos, se retiraron a su habitación. Souta se dejó caer sobre su cama con un suspiro de satisfacción, mientras que Sora, incapaz de dormir, contemplaba el techo, con pensamientos inquietantes recorriendo su mente.

—Souta —susurró en la oscuridad.

Su hermano se removió ligeramente antes de girarse hacia ella, con sus ojos castaños reflejando una mezcla de curiosidad y ternura.

—¿Qué pasa, Sora?

Ella vaciló un momento antes de formular la pregunta que había estado rondando en su cabeza durante semanas.

—¿Crees que algún día seré tan fuerte como mamá y papá?

Su voz sonaba más frágil de lo que le habría gustado. Souta la miró en silencio durante unos segundos, antes de sonreír con la seguridad que siempre lo caracterizaba.

—No tienes que ser como ellos. Ya eres fuerte, Sora. Y aunque alguna vez dudes de ti misma... no te preocupes, porque yo siempre estaré aquí. Nunca te dejaré atrás.

Sora sintió un nudo en la garganta. No respondió, pero en la penumbra de la habitación, le devolvió la sonrisa. Fue en ese instante cuando hicieron una promesa silenciosa: siempre estarían juntos, sin importar lo que ocurriera.

Con esa última promesa, el cansancio se apoderó de ellos, y poco a poco, cayeron en un sueño profundo y tranquilo, sin saber que esa misma noche, todo lo que conocían y amaban iba a ser destruido. La oscuridad se cerniría sobre ellos de una manera que nunca podrían haber imaginado.

Mientras tanto, en el estudio de Haruka, donde los ecos de la celebración ya se habían apagado, una figura oscura apareció en la entrada. Un hombre de apariencia casi irrealmente perfecta, con cabellera rubia y ojos rojos penetrantes. Su presencia era tan imponente que el aire a su alrededor se volvía espeso, cargado de una energía oscura.

Se acercó al escritorio, observando la estatuilla con un interés casi hipnótico. Los ojos del extraño se clavaron en las runas, reconociendo finalmente lo que había estado buscando durante siglos. No solo había encontrado el artefacto que deseaba, sino también algo mucho más intrigante. Sonrió, una sonrisa fría y calculada que hacía que la temperatura en la habitación descendiera drásticamente. Mientras sus ojos recorrían la villa desde la ventana, se dio cuenta de que esta familia era mucho más especial de lo que había anticipado.

—Después de tantos años de búsqueda, finalmente... todo está en su lugar —murmuró para sí mismo. —Estos niños...

Son interesantes. Su potencial es increíble. Es una lástima que se hayan dividido —musitó, dejando entrever en su mirada la obsesión por la unión de los gemelos en un ser completo.La noche se tornó aún más oscura cuando la figura del demonio, Drakthar, dejó escapar una risa helada

Con la idea de tener un nuevo juguete para su entretenimiento, avanzó sigilosamente hacia la habitación de Haruka y Takashi, marcando el inicio de la tragedia que lo cambiaría todo.

Era una noche teñida por el presagio de la tragedia. La villa Yamamoto, que horas antes había sido un santuario de risas y calidez familiar, ahora se sumergía en una penumbra gélida y ominosa.

Un aroma metálico impregnó el aire, y el suelo bajo sus pies pareció oscurecerse como si la misma sombra del demonio lo reclamara. Su cabello rubio resplandecía con un brillo malsano bajo la luz trémula, y sus ojos rojos destellaban con la intensidad de brasas infernales.

Luna

Comentarios

No hay comentarios todavía, sé el primero!

Debes iniciar sesión para comentar

Iniciar sesión