El amor que encontraba en una simple sonrisa
Se escapó, se fue tan rápido que mi pupila no alcanzó a deleitarse.
No por velocidad, sino que tu rostro tenía partículas tan espléndidas que mi lente no alcanzaba a comprender.
Por otro lado, estaba tu discurso, ese del cual me enamoré un día.
Esos labios que balbuceaban néctar, y como una abeja, deambulaba en ella.
Esa flor se convirtió en átomos, en lugar de célula. No se podían unir, debido a que el alma no comprende de sociedades, solo entiende el idioma de la genuinidad.
Hoy busco en esos átomos, que confundí con células, para encontrar aquello que convertimos en bello, pero solo encuentro las siglas de mi nombre en este entierro.
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