Casi divinos.
Sep 30, 2024
El Creador.
Al Acrán era un tipo como de segunda mano. Sí, traje sobrante y arrugado, corbata sin gracia, gafas tipo Woody Allen, pelo hirsuto ( da gusto escribir esa palabra. Prueben) y barba de no haberse acostado en casa.
Lo vi en un rincón de la cafetería tomando una infusión. Miraba esa sopa como esperando ver salir de las aguas una ninfa hermosa entre una luz blanca que le ofreciera la espada con la que gobernar un reino.
Yo lo conocía de la Biblioteca. Mi trabajo era su afición y allí solía atender sus extravagantes necesidades: En busca de la doble élice, de John Gribbin; El gen egoísta, Richard Dawkins; La vida, un estado intermedio, también de Gribbin o El ídolo de silicio, de Michael Shalles, son algunos de los libros que recuerdo me había solicitado.
Al principio me molestaba que no hiciera por entender el sistema de almacenamiento y distribución para buscar él mismo lo que quería, pero me fui acostumbrando y con el tiempo hasta me agradaba que apareciera por aquella sala sin gracia. Las bibliotecas deberían ser algo más que estanterías repletas de volúmenes marcados con criptogramas en papelitos de diversos colores. Poesía, teatro, novela, biografías... hay un sinfín de divisiones y subdivisiones. Lo fácil es poner la Biblia en la sección de religiones, pero cabría en novela histórica, en fantasía, filosofía... ciencia ficción. Las bibliotecas deberían ser espacios con encanto, amables, atractivos no solo para los lectores empedernidos.
Al, aparecía cada semana, el lunes, para devolver y llevarse de nuevo. Me dejaba una nota sobre el mostrador y yo buscaba en el pasillo de Ciencia. Cuando algo de lo que pedía no estaba, le sugería que hiciera una solicitud para su adquisición.
Tres o quizás cuatro años así.
Yo iba a esa cafetería, Bar La Cotidiana, cada mañana, en mi descanso para desayunar y nunca lo había visto allí. Me acerqué con mi café y le pregunté si podía sentarme. Apenas me miró e hizo un leve gesto que decidí tomarme como de asentimiento.
Sin levantar la vista de su brebaje, casi no me había sentado todavía, dijo:
-Estamos creando a Dios.
(No sé si continuará).
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