Casa.
Este lugar que uno supone que nos debe dar seguridad y cobijo desde que nacemos. Las casas son estabilidad, la seguridad, un fuerte en el que te sientes seguro frente al mundo externo. Una casa nos es refugio contra la lluvia, el viento y demás tormentas, nos protege de posibles intrusos, humanos en todo caso.
Entrar a casa. Qué lindo que volver a casa, ¿no?
Pero cuando pongo un pie en la entrada algo se pausa. No sé si es miedo; no, no, no lo voy a llamar así parece terror, horror, un poco de gore, ¿viste? No sé si a ustedes les pasa pero cuando papá no está en la casa desde que sos muy pequeña te da miedo poner ese pie en la entrada.
Un día llegó un señor: puso el pie en la entrada, puso el pie en la cocina, puso pie en la habitación, hasta puso un pie... no no no no, hasta puso su cuerpo entero en la cama. Dijo que lo hacía porque se iba a quedar a vivir por años. No lo sé, yo era muy pequeña, y creí con fuerzas que no iba a asustarme poner un pie en mi casa. Pero siempre me pasaba lo mismo, te lo he dicho: cuando ponía un pie en la entrada algo se pausaba, algo se posaba. Sí, el miedo. Porque si levantaba la cabeza no era papá quién estaba sentado en la punta de la mesa con el mate y la misma mirada que tengo yo. Era este señor. Hubo un tiempo en que lo quise, hice un bollito el alma y aprendí a quererlo porque me tocaba hacerlo.
¿Era necesario hacerlo? Porque además de poner un pie en la entrada puso cerrojos en las ventanas. Creo que me estaba convirtiendo en una prisionera, como mamá y mi hermana, pero en ese momento no me importaba. Creía que me iba a amar como un papá (ese que me hacía falta porque la enfermedad quiso sacarlo de casa). Se enseña, especialmente cuando sos pequeño y las circunstancias llevan a eso, que un padrastro te tomará de la mano para darle sentido de continuidad a tu niñez apoyando los hábitos de los que hemos disfrutado por mucho tiempo, como salir a pasear o jugar juntos. Si la pensamos, muchos se han enojado. Se cree que se robará ese lugar de papá y tenemos ganas de hacerle la vida imposible. Yo me equivoqué. No hice eso. No fui la hijastra de los cuentos donde son malas y levantan la cabeza diciendo "esta es MI CASA". Era débil. Una flor buscando un pedacito de sol, de calor, y me deje encerrar, como un pajarito cuando lo enjaulan y lo meten en el medio de la cocina y ya no puede cantar por el rancio olor a grasa.
Aprendí a razonar que aquello estaba mal cuando ya no podía respirar. Cuando vi que estabamos tan enjauladas que ya no pisaba la entrada de mi casa, porque en realidad, no salía de allí. ¿Quién te dio el maldito derecho de sentarte en la punta de la mesa y que los demás estemos con miradas desgatadas, con la cabeza agachada?
Yo veía a papá, en una foto, guardada en el primer cajón de la mesita de luz, y le hablaba... Le lloraba, "¿Cómo puedo escapar con vos, papá?" Le contaba lo indefensa que veía a mamá, le pedía que me diera señales de cuando él la trataba como la reina que es. Mamá perdió tanto brillo... Pero un día lo notó, porque puso el pie en la entrada de casa y el sol apenas rayaba las paredes. ¿Vieron cuándo las mamás se enojan que parecen dragones escupiendo fuego? Yo nunca había visto a mi mamá con los ojos tan grandes, llenos de admiración. Ella se convirtió en mi sol. Inundó la casa de amor. Pero antes, fue terremoto, huracán, tsunami, cualquier cataclismo fatal que barrio la basura de este señor de casa. Y ahí, el calorcito nos volvió a abrazar y la entrada de casa abierta siempre está.
Me da miedo seguir escribiendo sobre esto porque siento que este señor pondrá un pie en la entrada. Y yo volveré a sentirme aniñada, indefensa y no levantaré la cabeza. Como cuando alguien me dice "te quiero". ¿No oyeron que tengo miedo?
¿Me enjaulara? ¿Me abandonará? ¿Se quedará y esta vez alguien me amara?
Hasta el momento nadie lo ha hecho. Pero tengo a mamá, qué amor más grande no hay. Ella es hogar. Ella es quien está cuando pongo un pie en la entrada y levanta la mirada, sentada en esa punta de la mesa, con el mate recién calentito... Y yo sé que ahora, si pongo un pie en la entrada de casa... Todos los miedos se pausan cuando mamá me abraza.
¿Por qué ella representa mi casa? Ella fue y será el lugar que me dio seguridad y cobijo desde que nací. Hemos sufrido en casa, y si pones un pie en la entrada algo de nostalgia se te queda pegada en la mirada. Como no nos pareció positivo, lijamos las paredes, tuneamos de amor el salón, pintamos con pajaritos libres el comedor… no podemos cambiar la historia previa. No podemos cambiar el abandono ni los intrusos que acecharon el hogar. Pero no por eso huimos. Le dimos un mejor significado sin necesidad de alterar pasado, presente y futuro. Ahora levantamos la mirada y respiramos paz.
Entrar a casa… poner un pie en la entrada de casa.
¡QUE LINDO QUE ES VOLVER A MI CASA!

Naomí Nicora
Hola! Acá, un intento de escritora que ama leer desde los 6 añitos... Hoy tengo 22 y mi pluma y papel no se quedan quietos <3 ojala mis escritos ahonden en sus corazones <3
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión