Recorro las escrituras, desde el génesis hasta la crucifixión. Identifico a la mártir, el pecado: la eliminación de mi pueblo como condena. ¿Tú también lanzarías una piedra para lapidarme?
Fueron tres semanas buscando el momento perfecto para hablar contigo. Mis reclamaciones habían caducado y mis palabras habían perdido voz; y en cada oportunidad corrí como quien corre de la destrucción de Sodoma y Gomorra. Pensé en la conversación perfecta, como terminaría todo, y pensé en que solo había dos opciones, pero que de cualquier modo terminaría mal. Entonces decidí que no quería nada: que no saberlo no me mataría ni me condenaría al infierno.
Durante semanas imploré de rodillas a Dios poder volver a escuchar mi nombre gemir de tu boca. Ahora, suplico de rodillas a Dioses desconocidos poder olvidar que algún día exististe, imploro al fuego que queme tu recuerdo y le pido al agua que fluya para olvidar. Así como en 1823 las brasas destruyendo el templo paulino, mi mente se incienda y quema lo no vivido.
No ruego más por el retorno imposible y mi crucifixión inminente como pecado por quererte; ruego por el olvido. Torturada por la idea de mis propios errores al estar contigo; el descenso desde el cielo al conocerte para después caminar errabunda en la tierra al perderte. Yo hubiera muerto por tus pecados, pero en su lugar, morí por dentro. ¿Por qué tú saliste triunfador y yo a penas puedo mantenerme de pie?
Pero los amores desafortunados se superan y se olvidan. Con dignidad, me levanto del reclinatorio y cruzó el nartex hasta abandonar la fe de la eternidad. "¡Fue solo un amorío, superalo!" me gritan con pena, ha sido como venerar a un falso dios creyendo en la salvación. Me pregunto si haber arrancado mi corazón con mis propias manos como mártir perseguido por su convicción no fue suficiente para demostrar mi devoción a ti.
¿Quién te envió para castigarme?, la primera sonrisa tras un intercambio de palabras y decir los detalles que te obligaron a aprender sobre mí. ¿Cuánto te han pagado para destruirme? Habías arruinado mi vida al no ser mío, y después al serlo. No extraño lo que tuvimos, es solo que estoy llena de dudas y de rencor que podría maldecir tus generaciones pasadas y futuras. Me dijeron que a la gente como tú les llega el karma, pero siento que yo estoy pagando por el de ambos.
Me pregunto si la última vez que acariciaste mi piel no fue suficiente para recordarte que en algún momento fui tuya; porque a mi solo me confundiste más, y por dentro, lloré; sin embargo, cuando cierro los ojos aún puedo sentir tu piel acariciando mi brazo como si eso significará algo. ¿Si no me quieres más por qué me haces todo eso? ¿Por qué me torturas mirándome mientras piensas que no te veo? Solo deseaba ser amada por ti.
Te ruego que no me olvides. Te ruego que cuando hables de tu vida, por lo menos mi nombre aparezca en los pies de página.
Alguien habrá dicho que a los amores cobardes no se le construyen monumentos, pero yo he picado la base que quedará abandonada entre hiedras salvajes hasta que un arqueólogo lo encuentre y suponga historias que nunca serán ciertas. «Aquí yace un amor tragico, que murió por la espera» escribirán en el epitafio; y yo, detenida de frente, usando ropas negras entenderé que las esperas siempre desembocan en la catástrofe, y que los amantes no están condenados a esperar.
Te libero de los grilletes; y ahora cuando mires por encima del hombro te condeno a observar una virgen, que contemplaras sin poder tocar más.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión