LO QUE NUNCA TE DIJE (CARTA I)
Feb 9, 2025
(02-NOVIEMBRE-2024)
Hoy fue tu primer evento y no pude sentirme más orgullosa. Desde el momento en que subiste a ese escenario, el mundo entero pareció callarse por un instante, como si el universo mismo supiera que algo importante estaba a punto de suceder. Como si cada estrella, cada partícula de aire, cada latido en mi pecho estaba esperando a que tú tocaras la primera nota.
El bajo colgaba de tu cuerpo como si fuera una parte de ti, como si te perteneciera desde siempre, como si estuviera hecho de tu misma piel, de tu mismo aliento. Y mientras te veía ahí, ajustando la correa, respirando hondo antes de empezar, sentí algo dentro de mí que no puedo describir del todo, algo entre vértigo y devoción. Algo como amor puro y absoluto, pero también como una especie de orgullo feroz que me llenaba de calor desde la punta de los dedos hasta el centro del pecho.
Siempre he sabido que eres especial, pero verte ahí, en ese escenario, convertido en música, me hizo comprenderlo
Y entonces te sentí.
Sentí tus nervios antes de tocar la primera nota. Vi la forma en que respiraste profundo, la manera en que apretaste la mandíbula por un segundo, el brillo en tus ojos que escondía la pregunta: ¿Podré hacerlo bien? y en ese momento supe que la respuesta la tenias tu, por que yo ya la sabia. El collar que te di esa noche era un recordatorio de que ahí, en ese pequeño objeto, estaba todo mi amor y mi fe en ti. "Confía en ti tanto como yo lo hago", te habría susurrado. Porque nunca he dudado de lo que eres capaz, porque desde el primer día supe que estabas destinado a ser una estrella.
Ya no estabas simplemente tocando. No. Te estabas entregando. Te estabas deshaciendo y reconstruyendo en cada nota, dejando que la música se convirtiera en un lenguaje que solo tú comprendías. Cada acorde parecía un latido tuyo amplificado, cada vibración un eco de todo lo que arde dentro de ti. Y yo solo podía mirarte. Mirarte y sentir cómo el orgullo me hinchaba el pecho, cómo la felicidad me recorría la piel, cómo el mundo entero se reducía a ti y a esa explosión de talento que se desbordaba de tu cuerpo.
Y en ese momento, más que nunca, supe que era afortunada.
Afortunada de poder verte así, de ser testigo de ese momento en el que te convertiste en un artista en su máxima expresión, una estrella. Afortunada de que ese talento, esa entrega, esa pasión, pertenecieran a la persona que amo. Afortunada de que el mismo hombre que beso con ternura, sea el mismo que ahí, en ese escenario, se transforma en algo tan hermoso, tan inmenso, tan inolvidable.
Fuiste una tormenta, fuiste un incendio, fuiste un huracán de música que se llevó todo a su paso. Y yo no podía dejar de mirarte.
Sentí que todos aplaudían, que todos gritaban tu nombre, que todos te reconocían, pero mi admiración iba más allá de eso. No solo te estaba viendo, no solo estaba escuchando. Estaba sintiendo cada nota en mi piel, cada vibración en mis huesos. Y estaba segura de algo: nadie en esa sala te estaba amando como yo lo hacía en ese momento.
Porque verte ahí fue como verte desnudo en lo más profundo de tu esencia. Fue ver todo lo que eres, todo lo que amas, todo lo que sueñas, latiendo a través de tus manos, fluyendo como un río interminable de sonido.
Y mientras tocabas, me di cuenta de que nunca te había amado más.
Porque amarte no es solo abrazarte, besarte o decir tu nombre con ternura. Amarte también es esto. Es mirarte brillar, es ver cómo el talento se desborda de ti, es sentirme orgullosa hasta el punto de que el pecho me duela, es saber que tengo el privilegio de llamar mío a alguien tan increíble.
Y cuando el último acorde murió en el aire y la ovación se estalló, yo solo podía sonreír.
Porque en ese momento no solo eras el hombre que amo. Era un artista. Eras magia. Eras la música misma tomando forma humana.
Eras mio.
Recomendados
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión