carta de navidad para mamá

Este año fuí muchas veces muy cruel con vos. Y vos siempre fuiste buena conmigo.

No sé si es porque te cuestan los límites o porque, en realidad, una mamá hace eso: amar genuinamente.

Cuando me fuiste a visitar al café, me asomé por la ventana para mirarte.

Ahí estabas. Sentada y el solcito del otoño se reflejaba en vos. O al menos así lo recuerdo, así lo guardé.

Agarraste unas miguitas del lemon pie y se las diste a los pajaritos. Y aunque no tuve una cámara en el momento, creo que capturé esa imagen para siempre con mis ojos. Se convirtió en uno de mis recuerdos favoritos que tengo tuyos.

Ojalá yo pudiera viajar atrás en el tiempo y darte un futuro mejor. Sé que estás feliz con nosotras, pero me entristece que los caminos de la vida sean tan inciertos y que uno, en realidad, termina en donde la vida lo lleva y no en donde uno, de tan jóven, soñaba.

A veces me pasa eso. Creo que lo estás empezando a notar.

Existir un poco me lastima. Sé que soy jóven, pero no me siento así. Siento que la vida se me termina y no entiendo a dónde voy. Y estoy muerta de miedo.

No fui la mejor hija del mundo este año, pero quiero serlo algún día.

Vos sos increíble, como la mujer maravilla. Y tierna, como esa imagen que capturé de vos.

Sé que vos también tenés muchos miedos. Creo que ambas podemos apoyarnos en la otra y morir de miedo juntas un rato.

Y aunque a veces no parezca,

te escucho.

Siempre lavo primero los vasos,

no ando en medias en las casas de mis amigos (solo en la nuestra)

y siempre abrazo a los demás de la misma manera en la que me enseñaste: un brazo arriba y el otro abajo. Sosteniendo a la persona.

Y si yo pudiera, te traería todos los días un lemon pie a casa.

Te ayudaría a alimentar a todos los pajaritos de la ciudad

y en el mundo ideal ninguna tendría que trabajar tantas horas

En el mundo ideal nunca nos pasaron las cosas que nos pasaron

En el mundo ideal tenemos una casa grande con patio

y no peleamos ni lloramos

En este mundo no tenemos esas cosas. Pero nos despertamos las dos en la misma casa donde podemos vernos todos los días. Y es igual a un mundo ideal.