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Carta al amigo. Escribir es resistir al olvido.

; mimu.

Jul 22, 2025

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Carta al amigo. Escribir es resistir al olvido.
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¿A qué se le rinde pelea en la vida? Cuando las voces son acalladas por el silencio abismal de los edificios y el polvo que surge de los pasos cansados, las manos se tuercen y los dedos se entumecen bajo el frío que los bolsillos no saben recubrir. Los caminos son cansinos cuando la espalda pesa por los recuerdos que revoloteando en nuestras memorias se van perdiendo día tras día. ¿De qué se trataba el cuento que mamá te leía todas las noches adormiladas? ¿Qué decía la carta que aquella mujer le escribía a su amor lejano? ¿Cuántos de tus relatos se vieron plasmados en una servilleta de un bar oscurecido? ¿Dónde quedaron tus lápices achicados de tanto rayar?

El ser humano es conocido por dejar rastro de su existencia por donde pasa, pero ¿Qué sucede con aquellos que no pudieron caminar por el mundo? ¿Es acaso que deben sucumbir al olvido mismo?¿Cómo si nunca hubiesen existido? ¿Dónde se encuentran sus vidas en nuestras líneas temporales? ¿Alguna vez te lo preguntaste?

El hombre tiene necesidad de no ser olvidado, porque hasta la más mínima acción en este plano terrenal contiene piezas de su corazón, de su alma. ¿Por qué aquellos libros que generan tanta emoción nos destrozan cuando llegan a su final? Es como si fuese un simbolismo a la muerte del viaje, de la experiencia, de la ensoñación, de la ficción o la realidad. ¿Sabes qué se siente morir?

Escribimos contra el olvido, contra aquella muerte simbólica. Porque los nombres grabados en las lápidas no nos permiten desvanecer el camino trazado por aquellos. Porque los cuadernos viejos de escuela se cargan del aroma del ayer. Porque la nostalgia que picotea el pecho como un nido a punto de caer a su vez nos sostiene los dedos para recorrer los relieves de los lápices apretados con furia, con emoción, con sufrimiento, contra el papel amarillento, tan amarillo como el sol que nos envuelve en el húmedo otoño.

Porque cuando la garganta ya no puede torcerse y los pulmones ya no pueden exprimirse, las manos, aunque temblorosas, se manchan de tinta como sangre oscura contra el paño de papel, y aunque se lo busque borrar, jamás se podrá desaparecer del todo, como las partículas del aroma de las flores, de comida, de conversaciones, de llantos, de palabras, que viajan por la brisa de la avenida, que chocan contra los vidrios empañados y resuenan como susurros.

Pero, retomando aquella primer pregunta que impulsó este desvariar; ¿A qué se le rinde pelea en la vida? Sólo puedo agregar no más ni menos de lo que vos y yo ya sabemos. A la vida misma se le pelea. Porque con tanta crueldad nos apresa entre cadenas de malestar y demonios de arcilla que en la lluvia tormentosa se derriten como si nada. Como nosotros. Porque con tanta ternura nos invita a vivirla, a soñarla, a tocarla, aunque hiera, aunque quema, aunque maltrata. Como nosotros. La historia de nuestras vidas no se escribe por nadie más que por vos, por mí, por aquellos. Si tu lápiz se queda escondido en tu bolsillo y tu boca decide sellarse… Mi querido amigo, serás olvidado.

¡Pero no te asustes!

Escribiré sobre vos. Sobre ella. Sobre aquel. Sobre nosotros. Sobre todos. Porque en la unión silenciosa de nuestra humanidad, los corazones palpitan en sintonía, y cuando uno se detiene, cual orquesta clásica se desmorona nuestra armonía. Con tanto que luchar, con tanto que llorar, con tanto que sangrar, amigo, sólo un favor te pido.

No me olvides. Recordá esta carta. Recordame. Recordanos. Leéme. Leénos.

Porque te voy a leer. Porque te voy a recordar.

Escribí, por vos, por mí, por ellos, por nosotros.

No dejes que te olviden.

No dejes que me olviden.

No dejes que nos olviden.

Escribí…me.

; mimu.

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