Querido amor

Querido amor:

El pedestal de soberbia y egoísmo en el que se encuentra parado le ha permitido adueñarse de la verdad que me pertenecía. Un ser humano que empatiza con otro ser humano no comete el mismo error dos veces, y a pesar de que usted me ha querido en demasía, lo ha hecho cegado para el beneficio de su propio goce, por encima del acuerdo que pactabamos, y a pesar de todas sus excusas con respecto al no-nombre que llevaba esta relación. El último mes y medio nos hemos mirado tantas veces a los ojos, expresado tantos te quiero y nos hemos añorado tanto que en ningún momento ha pensado usted en cuidarme desde el cariño real y mencionar lo que nos remite (...). Pido disculpas sobre la dureza de mis palabras, quizás así usted pueda entender cuán herido está mi ego, cuánto desagrado siento y entienda el porqué de mi deseo sobre no querer volver a verlo jamás.

Sin embargo, en la misma medida en que siento desprecio y odio por usted, también lo amo. Apareció para romper mis esquemas por siempre y para mostrarme que existen otras maneras de querer. Sé y siento que nos hemos amado con locura, y me genera un profundo dolor que no sea la única razón suficiente para poder perdonarlo y al menos poder ser amigos. Como me expresó en alguno de nuestros adioses, me han quedado muchas cosas en el tintero para darle, estaba dispuesta a desligarme de todas mis vestiduras tradicionales por un instante más a su lado.

Lo amo, gracias por el tiempo corto e intenso en que mi corazón tuvo refugio, la complicidad proyectada en todos los planos, la electricidad de nuestros cuerpos rozándose, sus adictivos besos, sus cálidos abrazos y el olor embriagador de su cuello por las frías mañanas de domingo.

Ojalá algún día mi corazón encuentre su plenitud y tranquilidad para tener la valentía de volverlo a encontrar.

Hasta siempre.