Después de días de intentar escribir este sentir agonizante y no conseguir plasmar una sola palabra se siente como uno de esos sueños en bucle qué resuenan al mismísimo infierno; si me lo preguntas, recostarse en la cama hasta oscurecer mi vista por completo ha sido la respuesta más fácil que he encontrado, es irónico como alguien que siente demasiado se encuentra en vaivenes entre no sentir absolutamente nada y querer arrancarse el corazón.
Supongo que de vez en diario asusto más de una vez a mi madre, teniendo mi monótona, perdida y aburrida mirada hacia absolutamente nada —no me sorprende para nada, ella misma menciona que no tiene ni idea de quién soy hace más de un año—
¿Quién soy?
Delirante juro que busco la respuesta pero mi mente está en blanco por completo, mi día a día suena como el sonido incómodo de las televisiones cuando dejaban de transmitir los programas en punto de la media noche. El humo que sale mi boca y mi nariz está más presente que yo durante las tardes, todo el que colinda conmigo termina por alejarse y aunque pareciera no preocuparme busco poder contarle a alguien este insufrible limbo en el que confusamente llegué.
¿En qué momento me asqueó tanto respirar? ¿Cómo a alguien le puede desagradar tanto tener que levantarse todos los días?
No hay una sola palabra que se aproxime a todo lo que pasa por mi mente, no conecto con mis ideas, el lenguaje que hablo parece irreconocible, el tacto no se siente, los olores parecen no existir, los sonidos me irritan y las canciones que me hacían sentir viva no pueden ni siquiera ser bailadas.
Lamento como entre lágrimas has intentado entenderme, pero es que ni yo sé en que momento me dejé ir.
Trato de confiar en el proceso, pero sólo veo pasos desorientados.
Salgo e intento conectar conmigo como lo hacía antes, me senté en el césped buscando inhalar más oxígeno del normalmente consumido, cierro mis ojos y casualmente encuentro lo más cercano a la paz, nublando la intranquilidad, nublando mi sentir —¿el hombre desea morir o solo desea dejar de sentir?—
Sentir.
Sentir.
Sentir.
Sentir.
Al darme cuenta de que no encuentro belleza en las cosas cotidianas me doy cuenta que mi último momento de alegría fue cuando fotografiaba absolutamente todo, parecía como si me estuviese preparando y guardando recuerdos para cuando perdiera las fuerzas para existir. El carrete de imágenes ni nostalgia me producen.
Que dolor aferrarse a ser el mismo de antes cuando ni las cenizas quedan.
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