Carta a mi viejo

Hola Mostro:

Lo primero que se me viene, es querer saber por dónde andarás. Supongo que, en algún lugar tranquilo, sin mucho quilombo ni rutina. Creo que un lugar muy similar a este, donde decidimos dejar tus cenizas.

Te escribo un poco para ponerte al día de cómo estuvieron las cosas por acá. De entrada, te puedo decir que movidas. Desde que te fuiste se me movieron todas las placas tectónicas. Al principio lo tomé con resignación. Después fue con dolor. Y últimamente creo que lo tomé de una forma en la que no duele. Sino que empecé a ver cosas, varias, en las que entendí que tuve la suerte de haberte disfrutado como papá.

Aprendí que no es extrañar, sino que me genera un poco un bajón de que te pierdas ciertas cosas que pasaron, pero nada más. Por ejemplo, de verlo crecer a tu nieto Julián. Es un pibe que contagia mucha alegría. Es inquieto, travieso, pero sólo quiere jugar. Conmigo se da en algunas situaciones, no siempre. Pero considero que tengo el privilegio de verlo todos los días, al menos, un rato. Por lo que siento que mi vínculo con él va a ser más profundo cuando empiece a ser su cómplice. A la Gaby y a la Mami las ama y se parece a vos en que pone la cara en vez de dar un beso.

El Fer es un padrazo. Me sorprende y me gusta el nuevo papel que tomó. También es como muy jefe de familia. Le dedica, supongo, que la mayoría de su tiempo y se ve que lo disfruta. Más que perder alguna que otra hora de sueño, nunca escuché una queja, le copa realmente.

La vieja te extraña. No es para menos, supongo. Me pongo a pensar y es muchísimo tiempo el que pasaron juntos. Toda una vida. Muchas veces nos reímos de anécdotas que repasamos. Y muchas veces se angustia y llora, inevitablemente.

La Gaby está bien. Es una mujer muy fuerte. Labura bien, está terminando la facultad y es muy aplicada con lo que le gusta, su carrera. Muchas veces me hace acordar a vos, porque tiene un laburo similar y es como que no se le escapan detalles. Es buena persona, da mucho sin esperar nada a cambio. Hablamos bastante y coincidimos en muchas cosas.

Por mi parte, como te dije al principio, ahora estoy bien, mejor. Creo que de a poco empecé a tener noción de muchas cosas. Registro, como aprendí en terapia. Sí, empecé a frecuentar a una psicóloga que me ayudó bastante. Empecé a practicar más deporte y aprendí a decir que no a muchas cosas. Mantengo a los mismos amigos y aprendí a compartir algunos momentos que antes no compartía por tiempo o por colgado. Mantengo esas amistades que me devuelven paredes.

Estoy en una relación con Paula. Seguro que, si la hubieses conocido, le tratarías de “Pauli”, no sé por qué se me viene eso a la cabeza. Es una masa. Me acompañó en todo momento desde que te fuiste. Me bancó todas. Los días de mal humor, de tristeza, hasta esos días que no sabía qué quería, estuvo ahí, firme. Creo que en este tiempo estamos construyendo y creciendo. Además de todo eso, es muy linda.

Por otra parte, el fútbol se convirtió más en un hilo conductor a vos que una diversión. Ya no me divierte como antes. Debe ser también por la euforia de haberme sentido campeón del mundo. Creo que, si hubieses estado, claramente la Copa la veía con vos por cábala. Pero ese día, en el que te tuve presente en todo momento, no paraba de llorar de alegría y de sentir ganas de un abrazo con vos.

Bueno, también entre las cosas más importantes, o al menos para mí, es que, en todo este tiempo, descubrí que en un montón de cosas me parezco a vos. Tengo la costumbre de escribir y dejar notas en anotadores en toda la casa. Se me reseca la nariz cada vez que hay viento Zonda y cuando bailo, no sé qué hacer con los brazos. Ojalá que se herede lo de ser una buena persona. Es algo que pienso con frecuencia. En que, era lo que realmente querías. Que fuéramos buena gente.

Te mando un abrazo enorme. Te celebro y voy a festejar la suerte de haberte tenido como papá.

PD: ojalá que donde estés haya codificado para que sigas viendo a River.