Carta a mi tío.

Es bonito recordar a un ser querido y pensar que su alma te acompaña mientras disfruta de lo que más quiso y de lo que más le gustó en vida. Cuando llega noviembre, llegan también los colores, las velas y ese aroma a flores que murmura un perfume nostálgico, lleno de tristeza en el fondo del corazón, un sentimiento tan intenso que casi dan ganas de arrancarlo.
Con esta celebración que sangra despacio, no hay nada que haga más pequeño mi corazón que encender velas por alguien a quien nunca conocí.

Mi tío vive solo en los relatos, en la sonrisa y en esos ojos llorosos de mi madre al contarme sus historias. Vive en esa foto en sepia que logré reconstruir y darle vida… una vida que ya no está, pero que él merecía.
Mi hermoso tío.
Siempre pienso en él y hablo con él.
A veces me pregunto si le habría gustado escuchar esta canción, y entonces pongo la que más me gusta en ese momento mientras miro sus flores en la tumba.
Él no lo sabe, pero cuando veo a mi madre colocando las luces y las flores, algo se mueve dentro de mí, como si mi corazón echara raíces en el pecho y las espinas quisieran salir.

Es una intuición, una sensación que me hiela la sangre.
Una nostalgia que no se explica, porque realmente no es mía… y sin embargo, pienso en él, en cómo habríamos hablado, conversado y abrazado, y siento que me pertenece.
Esa nostalgia me pertenece.

No lo vi, no lo conocí, no estuve en su nacimiento ni en su partida. Pero en cada instante que sé que estoy cerca de él, siento que me mira, que el tiempo se detiene entre su hora, su historia y la mía.

Me gusta imaginar que observa a su hermana —mi madre— sonriendo mientras acomoda las flores.
“Mi mamá dice que tu tío estaría enojado si viera cuántas flores y luces tiene; no le gustaba eso”, me dice.
Y sonrío, porque me gusta inventar y crear esas memorias que me hacen querer a lo que nunca conocí.

Te recuerdo cada vez que la voz de mi madre o de mi abuela tiembla al hablar de ti.
Espero poder estar siempre contigo cada noviembre, junto a tu hermana, uniendo las puntas del tiempo con esa conexión que sentimos por ti.

Como cada noviembre, te recordaremos.
Y ojalá tú también me recuerdes cuando nos conozcamos y nos abracemos por primera vez