Siempre hablo y escribo sobre vos,
porque estoy totalmente atravesada.
Sos una presencia constante,
una amiga que no siempre quiero cerca,
pero que nunca se va.
Una amiga que puedo echar, pero que me lastima.
Una que muchas veces maneja mi vida,
y yo me dejo.
No sé estar sin extrañar.
Extraño tanto todo
que probablemente en un rato
me encuentre extrañando algo que hice hoy a la mañana.
Así funciona esto.
Es ridículo y desgarrador.
Es amor por lo que ya no está,
incluso si acaba de pasar.
Me abrazás fuerte,
me acariciás la cabeza con una mano,
y con la otra me apretás el pecho.
Y aún así, no quiero que te vayas.
Porque en el fondo, también sos prueba
de que hubo cosas que me hicieron feliz.
Tal vez no se trata de echarte,
sino de aprender a vivir con vos sin que me consumas.
Dejar que te sientes a mi lado,
pero que no me hables tan fuerte.
Que no me grites en medio de una tarde tranquila
que todo ya fue mejor,
que nunca nada va a ser como antes.
Porque sí, nada vuelve.
Pero yo sigo.
Y aunque duela,
aunque cada paso nuevo tenga forma de recuerdo,
también hay cosas que todavía no viví
y que un día voy a extrañar también.
Quizás ahí esté el secreto:
en entenderte no solo como ausencia,
sino como testigo de todo lo que fui.
De lo que sentí,
de lo que amé.
Así que quedate, si querés,
pero bajá un poco la voz.
Ya entendí que doler también es parte de estar viva.
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión