Que curiosa la frase que afirma que los payasos son las personas más tristes del mundo..
Igual de curioso que el hecho de que cada vez que me siento miserable siento la fuerte necesidad de maquillarme como uno.
Es como si aquel personaje que se ve obligado a hacer feliz (y a ser feliz) me llamara, como si mi alma carente de brillo pidiera a gritos que la obliguen a brillar.
Y es que no puedo decir que por ser de naturaleza payasa estoy destinada a la tristeza, pero que curioso, ¿no?
Como si un maquillaje blanco y sucio pudiera tapar aquellas cicatrices que esconde el corazón,
Como si una lágrima dibujada pudiera tapar una lágrima real,
Como si una risa significara la verdadera felicidad.
Caritas pintadas, almas momentaneamente reparadas, esbozando esa contagiosa sonrisa maquillada, esperando pronto no tener que fingirla nunca más.
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