cariñitos a la antigua

ella, con alma de antaño, guarda en sus ojos una luz que le recuerda a sus antepasados, donde el amor no se mide en mensajes que vienen y van, sino en cartas escritas a mano, y papeles que no quedan a la mitad. a ella le gusta el amor a la antigua, el que crece lentamente, como las flores en un jardín secreto, el de las citas en los atardeceres, como historias que nunca acaban y con las promesas que guardan bajo sollozos y un árbol de naranjas. en su casa, la calidez se siente en el aire y en el aroma que emana de la cocina, donde las galletas recién horneadas son el preludio de momentos de ternura. la música de caset, antigua y lejana, se oye suave en el fondo, como una ola de épocas perdidas, pero que a ella la hacen sentir viva. y en esos pequeños actos, ha encontrado un amor que no se mide en palabras vacías, sino en gestos sinceros, como el abrazo de una tarde tranquila. porque para ella el amor perfecto es aquel que no se apura, que se toma su tiempo, y que, con las naranjas que maduran lentamente, va creciendo cada día.