Su caricia me estremece
y me dejo querer
con el anhelo de sentirlo otra vez
Hay libertad en su abrazo
y soltura en su cintura
sus dedos han recorrido otras curvas
pero son las mías
las que más anhela
además de mis labios
y mi tacto
Y me lo hace saber
con un te quiero opacado
en mi clavícula
y unas uñas enterradas
en mis caderas
Las sabanas son testigo de
sus frases amelcochadas
de su secreto: esa dulzura descarada
No me importa su pronta huida
el cielo para mi desciende
y yo aprecio su gracia,
quizá lo divino sí exista
Pese a lo improbable
no hay rencor que afecte
he aprendido que en el adiós
también hay lugar para el amor
17.04.2024
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