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Carboncillo, trementina y sudor.

Aug 30, 2025

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Carboncillo, trementina y sudor.
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Carboncillo, trementina y sudor, una mezcla de aromas ásperos y terrosos que impregnan el salón de dibujo. Los atriles, desordenados, dejan manchas de grafito en el suelo, y las hojas de papel ahuesado son evidencia de cada fallo entre trazos.

Afuera, la temperatura se desploma a diez grados, pero adentro, el calor es caprichoso. El calentador, un aparato viejo con la parrilla enrojecida, sopla su aliento ardiente hacia la modelo, esparciendo luz anaranjada que resalta las líneas de su cuerpo. Cuerpo esbelto, desnudo, que se estira en una pose lánguida.

TaeHa dibuja. La presión de sus dedos sobre el lápiz es firme, medida con la misma precisión con la que calcula la inclinación de cada línea. Su muñeca se desliza con facilidad. Sencillez de quien ha repetido el mismo gesto cientos de veces. Sostiene el grafito entre el índice y el pulgar, moviéndolo en un vaivén sutil como si el trazo respirara con vida propia. Cada línea es un intento de atrapar lo efímero, el instante justo antes de que la figura cambie.

Ella se dilata, gira la cadera. Su piel brilla con un resplandor febril. Él sigue moviendo el lápiz, midiendo proporciones, entendiendo sombras. Hasta que la modelo, compañera un año mayor, cambia de postura.

Las piernas se abren. El borrornoso calefactor acaricia la humedad que se desprende y derrama en hilos por sus muslos. Muslos llenitos.

— Dongsaeng... —su voz es baja, dulce y manipuladora, un murmullo que se hunde en el aire denso del estudio y resuena en su cabeza como el latín de la misa temprana.

TaeHa parpadea con cierta confusión. El grafito se siente más pesado. No debería. Sabe que no debería. Él ni siquiera siente el ardor en su pantalón. No hay calentura que guíe sus pasos, y aún así cede a la petición implícita.

Se levanta. Se lava las manos, y cruza la distancia que los separa. La sombra de su perfil se proyecta sobre el vientre de la mujer cuando asoma la boca sobre este para repartir besos. Besos tardosos. Frente a él se dibuja una intimidad que palpita en ansiedad, que se contrae en pliegues asimétricos, y que resalta en vellos púbicos con centímetros de crecimiento. La zona es áspera y tibia bajo su lengua.

TaeHa no tiene una erección con la cual atender la situación, pero sí unos dedos hábiles en el arte, y una boca que peca en gula.

Luego se confesaría, piensa, en lo que encaja los labios y la nariz en la vagina que exhala necesidad. El cuerpo femenino se arquea en consecuencia, se retuerce y empuja hacia él—. Yo no... — "No debería" Intenta dialogar, pero ella frunce el puño sobre las hebras negras y lo devuelve a su lugar.

Ahoga su aliento al sorber, chupar, y dar largas lamidas a lo largo y ancho; una previa a sus dedos, medio y anular, que pronto atentan contra la cavidad abundante en flujo, para adentrarse en una penetración, al principio, sutil. Los besos suben a medio-mordiscos por el estómago, se detienen en un costado: ella lo apura, lo tira de los cabellos y le aplasta un seno en la boca. TaeHa no opone resistencia, se deleita aferrándose a un pezón mientras azota los dedos en el interior que se contrae. Sus dedos son succionados. Dedos que tuerce, abre y usa para frotar la pared superior.

— ¡TaeHa! —Los gemidos se extienden por todo el salón, y él, avergonzado, busca cernirse más sobre el cuerpo ajeno para taparle la boca con la diestra y confortarla en un abrazo. Gesto que ella toma como invitación para enterrarle las uñas en los hombros y morderle la mano.

Ninguno de los dos tiene intención alguna de compartir besos, porque según la lógica, raya en lo íntimo que no desean fomentar.

Adentro, afuera, y cuando está cerca, porque ella lo explicita en un acallado jadeo, TaeHa reemplaza la penetración por una experta presión sobre el clítoris hinchado. Resbala anular, medio e índice por la mojada zona, en un ritmo rápido y sin descanso.

El orgasmo es mudo, estremecedor y tenso. Las piernas se cierran, aprisionan la mano artista, y vuelven a abrirse un par de segundos después. El flujo se desparrama por la tela de la tarima. La respiración agitada viene de parte de ambos, aunque lo que consume a TaeHa es más la adrenalina de ser atrapados, que el de la excitación.


gato callejero

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