Caos.

El fin del mundo no ha llegado, pensé que lo viviría, pensé que ya había pasado, pero miranos aquí: distantes, lejanos, perdidos en las calles de Tehuacán, de México y de cualquier lugar. Es cierto que todo acabo, pero un caos en mi mente nace al preguntarme ¿Cuándo terminará el amor?

Una extraña pero familiar sensación me cubre, pues me he vaciado, ya no tengo nada tuyo y tú ya no tienes nada mío. Somos un fugaz deseo que nace en mi interior, somos todo lo que no se realizó, la idealización de un inexistente hubiera dentro de mi mente y la inmortalizacion en letras que sigo escribiendo. Es cierto que añoramos lo que no pasó, será una razón justa para vivir con el fantasma de un duelo amargo o simplemente soy la única que se niega a dejarnos... Dejarnos de pensar, de anhelarnos juntos una vez más, de dibujarnos con los bordes finos de nuestras pieles rosando, recordarnos hasta aprenderme nuevamente los lunares de tu espalda y amarnos eternamente. Lo era, era la única y ahora ya no hay nadie que nos guarde.

Abro los ojos al instante en que los rayos del sol atraviesan mi ventana y ya no te miro en esos cuantos de luz, ya no estás en el aroma de mis sábanas ni en mi buró junto a mi cama, te has esfumado poco a poco, lento que ni lo he notado. Hay un sinfín de cosas que quisiera compartirte, empezando por una historia chistosa que tiene que ver contigo, un par de temas de física que me encantaría discutir a tu lado y una lista de poemas que he encontrado en mis cajones y te recitaría sin penas. Te imagino abriendo un vino dulce, bromeando con quedarte hasta que se acabe, entonces yo respondería que el último trago sería mío para no tomarlo y hacer quedarte. Reiríamos y empezaríamos ese ritual tan íntimo, externando palabras que solo nosotros conocemos y chistes que solo a nosotros nos hacen sentido. Las horas pasarían y la plática nunca terminaría, sería yo la primera en buscar tus labios entre las copas de vino para besarte. Y quizás serías tú el primero en decir que eso no es lo que hacen los amigos.

Me he planteado mil situaciones en dónde te retengo, en la carcel de mí cuerpo, en la jaula de mis sueños y en la libertad de mi cariño y en ninguna podemos ser solo amigos. Me he reído de mí, pero acepto la injusticia humana, soy justa conmigo y mis sentimientos, sé que no soy para ti. No podría aceptar menos que una muerte juntos, ni un cariño falso o la inmortalizacion de nuestra intimidad como una necesidad más que amor, no podría ser la única que mantenga firme lo que somos, no puedo con algo que sea mentira. Porque lo que soy es tangible, pero solo quién me quiere lo entiende. Y tú no me has entendido.

He cierto que no puedo arrancarme cada recuerdo tuyo, ni dejar estos sentimientos a la deriva. Sí, sí se rompió cada pedacito de mi corazón y lo único que yo pedía era gentileza, recibiendo solamente odio y rechazo. Ahora mismo ya no importa, sigo trayendo frágil los huesos de mi cuerpo y he aprendido a caminar de la misma manera que cuando lo hacía antes. No sentí ese remolino que te arranca la cabeza y te dice que te quedes, no sentí el huracán en mis pies ni la brisa en mis ojos y no fue por mí, si no por qué al mirarte ya no ví más que a ti.