Cansancio de medio día

Alrededor de las 15:00 hrs. los asistentes se mostraban expectantes, pero a las 12 de la noche, el jolgorio se había convertido en preocupación. La muchedumbre se dirigió a sus casas cabizbajos rezando algunos para que el día de mañana amaneciera otra vez. Y nuevamente, ante los relojes que marcaban las 11 de la mañana, aún se proyectaba su sombra. Al cuarto día pequeños grupos se aglomeraron en el punto inicial, atreviéndose a mirar directamente al cielo. Su afrenta; como si su intensa aversión lograra apartar a la luna de su cielo, atrajo a los curiosos que filmaban a los atrevidos que caían de dolor. El tiempo de la luna sobre el sol se había dilatado lo suficiente para que la zona fuese declarada la nueva Svalbard, apareciendo los Utqiagvik del sur, los árticos del Caribe, arriesgando incluso a llamar Kazán Bonaerense a la zona donde se encendían luces artificiales a las 3 am para despertar.

El poder impotente ante los cielos lanzaba bombas para apartar a la luna de su vista. pero del sol, ni rastro. Los animales ya ni despertaban para comer, ni los abuelos y los niños, que se quejaban para mantenerse debajo de las sábanas. El resto del mundo añoraba los días soleados, el clima subyacente para el florecimiento de cerezos o los atardeceres que daban color al horizonte.

Negándose a aceptar el desastre cambiaron las bombas por luces que simularan el día atestando la atmósfera con drones. El resto fueron accidentes aéreos y el regreso a la navegación, las velas subieron su valor un 300%, provocando que una humilde mujer se convirtiera en la máxima inversionista de Wall Street durante 6 años consecutivos.

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