Tu amor era una canción de cuna,
un susurro suave que se colaba en mi pecho,
me arrullaba entre estrellas y lunas,
y en tu abrazo, mi alma encontraba su lecho.
Bajo tus notas, el mundo se desvanecía,
como un sueño en el que todo era posible,
las sombras se deslizaban y en su brisa,
creía que nada podría ser más dulce y sensible.
Tus manos eran la melodía que me serenaba,
y tu voz, un refugio donde mi corazón descansaba,
en cada acorde encontraba paz, no me faltaba.
Pero el tiempo, que todo lo transforma,
cambió la armonía de lo que soñamos,
las dulces notas que antes me arrullaban
se tornaron grises y se quebraron en mis manos.
Tus ojos, que eran la calma que sanaba mis heridas,
se volvieron ventanas que mostraban mis sombras.
La canción que antes era refugio seguro,
ahora retumbaba en mis oídos, distante, fría,
se colaba en mis sueños con pasos duros,
y mi corazón, ya sin fuerzas, se perdía.
Ya no quiero escuchar tu voz en la noche,
ni la canción que fue mi cielo y mi mundo,
ni siquiera ahora me atrevo a tocarla,
se convirtió en un susurro amargo que me desarma.
Lo que me prometiste en dulces melodías,
ahora es solo sombra y angustia en mis venas,
y en cada nota rota que aún retumba en mi alma,
siento cómo el amor se quema, y me condena.
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