Voy por el mundo, sin rumbo fijo,
buscando el sentido a mi laberinto.
Por las calles solitarias de la ciudad,
persigo un rincón donde poder encajar.
Quiero ser parte de este inmenso universo,
aunque denso y oscuro, a veces adverso.
Busco la salida de este mundo infernal,
donde la soledad es mi único umbral.
De su mano camino, en silencio confío,
le cuento historias al viento frío.
Historias de amores fugaces, perdidos,
de latidos que en mi pecho han ardido.
Mi corazón, agitado, late sin cesar,
mientras los recuerdos lo vuelven a abrazar.
Sin aliento quedo, preso de mi mente,
y la soledad, mi fiel confidente.
No me detengo, sigo avanzando,
por estas calles desiertas, vagando.
Mi corazón, cansado, empieza a callar,
y en los brazos de la soledad, voy a descansar.
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