Estoy cambiando de piel, no es la primera vez y tampoco va a ser la última.
La vida nos pide evolucionar, cambiar de piel, de personaje. ¿Cómo vas a avanzar si seguís moviéndote, pensando y actuando igual? Después te quejas que vivís en un bucle, siempre repitiendo patrones, donde las situaciones y las personas cambian, pero es más de lo mismo.
Salí de ahí.
Es incómodo, pero te aseguro que te vas a encontrar en otras formas. Te prometo que aunque cambies de personaje siempre hay una parte nuestra que permanece, inmutable, hagas lo que hagas. No te vas a perder, porque siempre estás ahí, aunque no te veas. Frena y observa, no pasa nada por frenar un ratito, está bien.
Jugá, cambiá de personaje cuando te canses, cuando veas que ya no es por ahí. O seguí haciendo como que la vida no es un juego, pero hacete cargo y no te quejes, vos elegís. Siempre estás a tiempo de jugar, de cambiar.
El juego se trata de encontrar la pieza que forma parte de nuestra esencia. Cuando la encontras volves a cambiar de personaje (no te preocupes sino te das cuenta, la vida te empuja a hacerlo cuando ya la encontraste). El juego termina cuando completaste el rompecabezas, cuando te encontraste y ya no hay personajes.
Por fin sos vos.
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