Nos recostamos en la cama rosa, abrazadas bajo la luz que escapa de las cortinas en una mañana tardía, limpiando nuestras lágrimas. Quisiera que no existiera el dolor detrás de sus ojos y que desaparecieran todas las explicaciones sobre la mente humana. ¿Por qué los escombros de la humanidad deben escudriñar en la cabeza de los seres más puros? ¿Por qué nos tenemos que consolar entre dos niñas? ¿Por qué tengo que entender lo que dice? ¿Por qué no podemos para siempre vivir en ignorancia bendita? ¿Por qué tengo miedo de no volver a ver al amor de mi vida y a su vez, verla una y otra vez?
Siempre la almohada nívea e inmaculada. Siempre ajena del mundo exterior, de los demás y sus responsabilidades, de los personajes sociales. Siempre refugio de todas las veces que huí de casa, de los hogares temporales en los que me encomendaba. Sé que duele crecer y así como los huesos, mi pecho. El amor también duele, aprendí hoy. Sanar duele más, aprendí este año. Cuanto más quebrada, más duele componerte. Cuando el viento toca la herida que has estado ocultando durante mucho tiempo, es como doler todo de nuevo. ¿A las plantas les duele cortarse para volver a crecer? Te maldigo, Freud, solo eres la voz que justifica los actos más insanos. Solo eres un padre justificando los daños. Solo eres un hombre utilizando la ciencia para esconder sus condiciones más nefastas.
El amor es también un espejo y yo solo me dedico a huir. No era temerosa de la huida, sino del encuentro. ¿Qué pasa si alguien se queda a pesar de, incluso si, después, durante y antes? El amor es tener mucha suerte, pero también mucha valentía. ¿Quién eres cuando el amor te encuentra? ¿Qué haces cuando el universo te recuerda que eres querida? ¿Cómo quieres a quiénes les has declarado tu amor? ¿Alguna vez terminas de aprender a querer?
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