Sentada a la luz de una vela solitaria que
crispea letanías dolorosas directo a mi rostro,
sobre tu cama;
en tu habitáculo de la miseria.
A estas alturas el olor a cigarrillo
ya se impregnó en tus sábanas blancas.
Y mirá que siempre te jactaste de tus inquilinos temporales,
Esos que nombras solo para enterrar el puñal en mi herida más reciente.
Para vos, rey de la elocuencia medida y practicada,
Una metáfora dual y pretenciosa es lo único que te sacia esa hambre de sangre tuya.
Medité mientras ponía de mi sangre, en otra espina que me clavaste con el pretexto del dolor necesario,
Gota a gota de mí,
brotaron flores en vasijas de barro
PASIONARIAS.
-"Imaginame como una flor".
A veces peco de romántica cuando me confieso.
He pecado.
Por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa.
Era para que te supieras huracanado,
Hecho de tempestad
Chisporroteando en mi ultimo puchito.
Queria gritarle en hebreo a tu ausencia constante
Saberme una flor, pasionaria, y besarte mientras me marchito.
Si fuese una flor marchita,
¿Seguirias queriendo tres otoños conmigo?
Me vino a la memoria darte la mano por algún pasillo del miedo en Claypole,
Convertirlo en nuestra travesura y darle nuevos nombres
El callejon del beso.
Te besé para que me quisieras. Te besé porque me quiero.
Los besos no tienen la culpa nunca de nuestros errores.
Ni de mi ansiosa necesidad de un beso tuyo.
Esto queda en mi mesa de luz,
una silla aterciopelada,
Que espera ser testigo
de una mirada que nos devuelva la verdad.
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