Una pequeña caja puede traer muchos recuerdos, en ellas podemos encontrar una postal de alguien especial, un recuerdo de la infancia o alguna manualidad, incluso aquella carta que nunca llegaste a entregar.
Las cajas, la mayoría del tiempo, nos suelen traer mucha felicidad; como ese regalo que tanto anhelabas o el anillo que marcará la unión de dos almas, pero la realidad es que allí también guardamos todo aquello que deseamos olvidar.
Digo, no está mal almacenar cajas en una esquina de nuestra casa, el problema viene cuando es momento de hacer limpieza, pues, muchas veces llegamos a desempolvar viejos libros con historias que no desearíamos volver a leer jamás, o cintas con carcajadas que deseamos oír una vez más.
Me parece irónico que un lugar en el que pueden haber lindos recuerdos, también pueda almacenar tanto dolor; en el mismo álbum dónde están todos mis cumpleaños a su lado, también quedó nuestra última fotografía.
Conforme van pasando los años, más cajas se nos van a ir acumulando, con mayor frecuencia nos tocará irlas vaciando, y, aunque a veces no querrmos, será muy necesario, pues, si no lo hacemos, ya no habría espacio
para aquellas cosas que ealmente necesitamos guardar, y de paso podemos ir dejando atrás el
pasado.
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