Cuando se inventó el acto de la vida como un proceso similar que invade a los enfermos, comenzaron las investigaciones sobre las aves que precipitaban su vuelo hacia los automóviles, ciclistas o cualquier objeto que se cruzara. Algunos lograban con éxito llegar hacia el otro lado, pero otros perecían entre la fuerza centrífuga, los parabrisas o los cascos. No obstante, varios homínidos acompañaron su deceso cuando estos se incrustaban en las corneas, dejando por ojos un retrato de tres dimensiones. Los vuelos de pájaros pequeños se extendieron a los de mayor tamaño, encontrando águilas, caiquénes y albatros esperando a los costados de la carretera. Cautelosos, los homínidos comenzaron a dejarles pasar, deteniendo el tiempo. Infinitos días para hacer de todo, incluso las noches alcanzaban para el descanso, y en las fiestas se dejaba espacio para conversar, sin más bulla que las luces. Los homínidos entonces queriendo ser aves emprendieron a la fuerza un proceso evolutivo, siendo el peso de la carne un festín carroñero para los verdaderos ovíparos de sangre constante que el ángulo córneo no les permite hablar con facilidad. Caían acelerando el tiempo, arrastrando la vejez del mundo cinco mil millones de años, hasta la semana siguiente, cuando queriendo mirar hacia arriba sus órbitas se expandieron más allá del gigante solar.
Imagen de Pexels. Propiedad de Tim Mossholder

Verónica Abir
Solo lo intento cada día, como respirar. Ves tus ruinas como son, libres de la ilusión, las expectativas (...) de modo que por fin puedes empezar a contar las tuyas. BELMAR, Issac
Recomendados
Hacete socio de quaderno
Apoyá este proyecto independiente y accedé a beneficios exclusivos.
Empieza a escribir hoy en quaderno
Valoramos la calidad, la autenticidad y la diversidad de voces.
Comentarios
No hay comentarios todavía, sé el primero!
Debes iniciar sesión para comentar
Iniciar sesión