Te amé cada segundo de mi vida, cada minuto que me miraste, cada momento que sonreías, cada ínfima circunstancia en el espacio tiempo que hizo que cruzáramos miradas.
Pero ahora cruzo de calle, y miro para otro lado para no afrontar lo que alguna vez, pude sentir cuando tu piel era mi lienzo, cuándo tus palabras eran mi esperanza, pero cuando todo pasa, pasa lo peor.
Le sonreíste a otra chica aquel 16 de octubre, cuando mis lentes de sol tapaban mis ganas de suplicarte, con la misma mirada que decías que tanta ternura te daba. Así, cuando sentí el tacto de la mesa de madera que insitó a levantarme.
Pensé en todas las veces que planeé invitarte a esa cafetería, pero al parecer, a alguien más le gustaba el café. Aunque tus ojos café me gustaban más, supongo que eso fue lo peor.
Lo peor de saber que hubiera mantenido mi silencio si hacías que nuestras manos se rozaran "por accidente", y que sabía que si no eras mío, hubiera reído con incoherencia cuándo murmuraran que éramos la pareja perfecta.
Ahora estas en los brazos de alguien más, y yo escribo sacandole provecho a la tinta, la tinta dónde te escribí "te amo" cuando las hojas caían, cuando la tempestad y el enojo me consumía, cuando la distancia no te parecía importante, cuando me pareciste tan relevante.
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