Empieza a escribir gratis en quadernoMaría
Me serví un café que estaba amargo.
Mientras lo endulzaba mis recuerdos se acomodaban en forma de rompecabezas. Por fin había hallado las respuestas a mis incontables preguntas. Pero lo que quedó más marcado en mi conciencia no fueron las memorias o la nostalgia. Yo pensaba que una palabra, una respuesta suya bastaría para sanar mis heridas, sin embargo comprendí que no era así, y que su silencio fue la mejor opción.
El café ya no me supo amargo.
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