De día soy optimista bajo la luz del solcito de primavera,
pero cae la noche y con ella caigo yo.
Me doy cuenta que ha pasado todo el día y no sé nada de vos,
que nuestras charlas incoherentes ya no tienen lugar
y que vos, en realidad, tampoco lo tenés, pero para mí en tu vida.
Me pedís espacio y tiempo,
como si no sintiera,
como si no muriera un poco cada día
y del otro lado del pedido no existen garantías.
Tengo la impresión de que me dejaste con las manos atadas tras la espalda,
sentada en la orilla del mar al cual le temo tanto,
y que la marea empezó a subir y yo no sé nadar.
¿Por qué si podés estar acá, elegís no estar?
Y si sé que ya no me elegís,
¿por qué te sigo eligiendo yo?
Cae la noche y con ella caigo yo y estas preguntas
que me siguen hasta la madrugada,
hasta que los párpados arden como brasas
y finalmente el sueño viene a darme un descanso,
de mí, de mis ansias y deseos, de tu ausencia.
Extraño esos ojos enormes, esas manitos que me sostenían,
esos labios que no volverán a besarme,
esos abrazos que ya no van a impedir que me fragmente
y ya no sé cómo decírtelo ni qué palabras usar,
solo sé que cae la noche y vos ya no me elegís.

Florencia Velázquez
Escribo como evidencia de que aún estoy viva. El libro está en proceso, lo actualizo cada vez que me inspiro.
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