Me niego completamente a ser tu cadáver,
un despliegue de fluidos que duran un instante, para dejar de ser de esas pieles que existen en los olores penetrantes, o en sudores tibios que despojan de pasiones al cuerpo.
Rotundamente me niego y no sé por qué.
Si al fin y al cabo es el romance puro lo qué hay entre el acto y mis palabras, en mi intención poetica.
Pero te veo levantándote de la cama, dejándome desnuda, haciéndome saber que no estás más ahí y se produce una erupción más profunda aún.
Y se agudiza cuando volves, y caigo en registrar cuantas veces habitas y abandonas mi cuerpo en micro segundos, para saber cuántas de estas faltan hasta que no existas más en mi.
Creo que ese es el preciso momento en el que te extraño, y ahí es donde pasas a ser vos, por esta vez, mi cadáver. Ya no me permito recordarte con vació. Porque así lo quisimos.
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