Pintame como lienzo con tus pinturas, déjame estar entre los trazos de tu arte, que me costó la vida.
Sexo de aquella mujer, diosa de la vida y el fin de ella, en las altas esferas de mi cuerpo.
En el centro de esta ciudad, profundo en el corazón, bajo el pavimento caliente, encerrada llora mi alma.
Tocame y desarmame en mil piezas, cruza con gracia los hilos de mi tejido, tensándome contra tu telar.
Me carcome con dolor en el fondo de mi mente, nuestros labios y nuestros besos, rogando por volver a hallarse.
Manchando como tinta china tus manos sobre mi cuerpo, detallan las futuras cicatrices, de cuando te irás.
Haz de mí un recipiente azucarado con miel, pegaré a mi cuerpo con toda dulzura.
Mi cuerpo hecho sangre, en pedazos, que anhela tu nombre.
Soy ahora alma tuya, enterrada en la caja fría de tu amor.
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