te esperaba en los silencios,
en las noches donde tu nombre
era el único refugio que sabía pronunciar
extrañaba tu risa,
ese destello que aún en la memoria
iluminaba mis sombras
soñaba con tus ojos marrones,
dos fuegos suaves
donde aprendí a reconocerme,
donde el mundo parecía detenerse
tu piel,
esa frontera cálida donde el tiempo
se detenía a escuchar nuestra historia,
fue mi ausencia más dolida
hoy vuelves,
y mi corazón, que nunca aprendió a olvidarte,
se abre como un libro
que aguardó en secreto
la continuación de sus páginas
te amo en cada instante,
en cada latido que insistió en sobrevivir
cuando la distancia era invierno
te agradezco, amor,
por nunca soltarme del todo,
por habitar mi vida
como raíz, como aire, como destino
vuelve, quédate,
que en tu regreso comprendo,
que siempre fuiste hogar,
y yo siempre fui tu regresó
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