Occurrens

Subió presurosa la escalera de madera.

Crujientes sonidos alteraban más su corrida.

El vestido ajado y los tacones deslucidos delataban rastros de cierta actitud de dejadez.

Subió histérica.

Agitada, con un dolor apuñalado en el pecho, subió.

Su instinto la arrastraba, indolente.

Apenas sorteó el último peldaño, divisó una sombra oscura acechando al final del pasillo.

Repentinamente, palideció.

Palabras elegidas para reprochar -cobardes- se atoraron a mitad de la garganta.

Debió tragar con fuerza su corazón que pujaba por estallar, rebasado de angustia.

Aunque distanciadas, se enfrentaron, la sombra y ella.

Fue entonces cuando ocurrió.