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Buscando un exceso de tu piel

Mara

Aug 25, 2025

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Lo observaba fijamente. Cada movimiento que él hacía mientras arreglaba su cabello hasta que estuviera perfecto. Tenía una fijación que parecía devorarla por dentro, casi obsesiva: tal cual él con la limpieza. Cada gesto calculado y preciso reforzaba su idea de querer destruir cada parte de él. Era demasiado limpio, demasiado inalcanzable. El modo en que parecía acomodar las cosas con precisión, la forma en que enderezaba el borde de su ropa, como si todo tuviera que estar en perfección pura. Todo aquello le hacía sentir, como si su propia obsesión por romperlo creciera. Quería cubrirlo con un desorden que él no pudiera controlar; un caos que le dejara marcas en la piel. Mover ese cabello, hacer que su camisa se saliera de su lugar. Todo como pruebas de que ella había ganado. Y cada segundo que pasaba viéndolo, su cuerpo entero ardía con la necesidad de intervenir. No con palabras, no con bromas; sino con algo mucho más devastador que no se atrevía a decir en voz alta; algo que haría que ella misma cayera en algo que no quería. Aun así, no podía evitar notar los pequeños gestos que él hacía con su mano mientras se ajustaba la camisa en la parte de su cuello, y ella sentía que aquella manía suya de arreglarse, de mantener todo en una armonía casi… artificial, no hacía más que encender algo en su interior como si se quemara. Sus propias manos querían alzarse con tal de atraparlo, de hacer que detuviera los mismos pasos que daba cada día.

En su cabeza se acumulaba el hambre de querer romperlo. Quería descomponerlo pieza por pieza, hacer que sus labios estuvieran hinchados hasta el punto de ser difícil ocultar lo que había sucedido, marcarlo en un idioma que ni siquiera un jabón ni nada más pudiera borrarlo. Incluso, su respiración parecía irse cada vez que se lo imaginaba; su camisa arrugada y ese cabello, el cual se encontraba perfectamente peinado, se convertía en un desastre bajo sus manos. Pero se obligaba a permanecer quieta, a no dejar que esa locura que le palpitaba en las yemas de sus dedos la hundiera más en el fondo de esa obsesión. Por más que en su mente lo tenía atrapado. Se veía a sí misma borrando de un tirón la compostura que tanto parecía proteger.

Se limitaba a seguir sus pasos cuando él pasaba frente a ella, con el perfume inundando sus fosas nasales; no era excesivo, pero parecía dejar una corriente de aquel. Tal vez lo hacía a propósito, para que lo recordara, para que no lo sacara de su mente. Y lamentablemente lo estaba logrando. Lo odiaba por eso.

«Debo irme», dijo él.

En un movimiento rápido, ella cerró los ojos antes de sentir los dulces labios de ese chico que la estaba volviendo loca. Lo supo en ese instante: el porqué no quería que descubriera lo que deseaba hacer, el porqué no quería que supiera que quería acabar con él, con su orden. Ella, quien siempre había dejado de lado esa parte, se rompía por completo con un solo beso. Sus labios ardían cada vez que él se alejaba, y aquello no hacía más que hundirla más en la condena de su propia fijación.

Sus labios se abrieron intentando conseguir más de él, pero ya se había alejado para entonces. Escapaba. Como si ella también pudiera hacer algo en él. Como si también pudiera romper su compostura. Y su corazón golpeaba con fuerza contra su pecho mientras veía su espalda desaparecer tras la puerta.

Mara

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