Frente al mar recapitulo —otra vez— el pasado. Las olas atraen emociones lacerantes y en la orilla, sobre la arena, los vestigios se desvanecen. En la costa el sol brilla indómito, pero es el último fulgor, justo antes de perderse en el infinito, el más resplandeciente. Felicidad efímera, tristeza ineludible. La eternidad es una fantasía que se esfuma con la misma rapidez de un vendaval en verano, con la misma facilidad de la brisa removiendo la arena en noches baraúndas. Cuando el tiempo es implacable, solo quedan los recuerdos. Nostalgia fatalista.
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