Me voy en silencio
sin apuro
deslizandome
al borde
Quedándome extasiado
por el borde
Aguantando el aire lúgubre y corrupto justo
en el borde
La altura aturde pero siento que el miedo me ennoblece de una forma que soy incapaz de reconocer
Me gusta acercarme
al borde
Desde allí todo se ve distinto
No es mejor, es diferente
Las nubes altas y las tierras bajas
Poseen una imágen corroída pero eficaz
una unidad indivisible para aguantar la próxima diatriba
Una forma perfecta de curvas e ilusiónes varias
La altura subyuga e invita a consumir la vida
Una chispa de fuego lo puede devorar todo
Ahora mismo y para siempre
Solo hace falta un poco de oxígeno
Llenar los pulmones de oxígeno
Desde el borde observo que todos tienen su sitio en el centro
Todos adulan el centro
El centro de gravedad que lo esquilma todo
El cuerpo y la masa se niegan y se contaminan abusando de su densidad
Es esencial
Es lo que hay: el centro como particula tribal
Donde todo comienza
Donde todo acaba
Brazos cálidos
Alma materna y pueril
Que se niega y se contrae
Ese es el centro
Siempre he sentido que soy un extraño
en el centro
Un hijo perfecto de los bordes
Un aliado y vigoroso ser de las antípodas
Alejado del centro por el simple placer de quejarme del centro
Negarle su entropía
Ese poder de equilibrista
De no dejarme absorver
por el centro
Por la diana infecta
De las razones estúpidas para no escapar
Hacia el borde
Hacia la única verdad.

Yom Hernández
Aquí un licenciado en Historia, loco por la literatura que lee y escribe pertinazmente. Padre de tres libros publicados por Ed Atlantis, Ed Adarve, Ed Cuadranta.
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